En la biblioteca vive el Mono de la Tinta. Se esconde entre mis libros y acecha mis tinteros. Cuando cree que no lo veo, olisquea mis lapiceras. Se trepa a una pila de libros y, por sobre mi hombro, trata de adivinar qué escribo. Escucho su respiración acompasada, anhelante, mientras lee. Lo sospecho en puntas de pie, haciendo equilibrio, pero, cuando me doy vuelta, siempre desaparece.

Dos cosas le gustan sobremanera: La tinta y las historias.

El otro día, al caer el sol, me acerqué silenciosamente. Me escondí en las sombras, detrás de las cortinas. La noche avanzaba lenta como el río espeso de mis sueños.

Entonces, cuando ya casi se me cerraban los párpados, lo vi: se acercó canturreando una cancioncita pegadiza y destapó todos los tinteros en un bailecito alegre. Después, sentado sobre sus patas sacó una historia del tintero con sus dedos largos.

“Había una vez…”. Y la tinta, sangre del cuento, se deshizo en gotas negras sobre el piso, desmigajándose en mil historias de dragones, de caballeros, de batallas, y en la historia de un mono que bebe tinta, una tinta negra y brillante, como los ojos negros del Mono de la Tinta

Gabi Casalins, septiembre de 2013

lunes, 29 de junio de 2020

La abuela Soni: Una basurita en el corazón


La abuela Soni, cuando el 14 de marzo de 2020, se inició la cuarentena en España, lo primero que pensó es que, durante un tiempo, no iba a poder abrazar a sus nietos. Y como hiciera el señor Bianchi de Gianni Rodari en su Cuentos por Teléfono, tuvo la feliz idea de mantener ese hilo con los pequeños de la familia a través de un cuento diario por teléfono. Si el abrazo no podía ser con los brazos, sería con la voz.
Es cierto que Soni no conocía al señor Bianchi, pero no es casualidad que piense en la palabra para mantener el contacto, pues ya antes había jugado con ella. En Armilla, pueblo cercano a Granada, donde ella vive, la conocen como la abuela cuentacuentos. Junto con varias maestras, y con el apoyo de la ONG Armilla Solidaria, había conformado el Baúl de las Historias, con el que viajaba de escuela en escuela, contando y haciendo reflexionar a los chicos. El resultado quedó plasmado en el libro Relatos Solidarios.




La abuela Soni es más cuentera que cuentacuentos, una Sherezade moderna que, cada uno de los 90 días que ha durado la cuarentena en España, ha tenido un cuento para sus oyentes.
Primero fueron sus nietos. Pero, pronto, se fueron difundiendo: los hijos y los nietos de sus amigas, los más pequeños de una asociación del pueblo, los chicos de los colegios, y, luego, la voz rompió la frontera y llegó a otras localidades de la zona.
Este que le dejamos aquí es el cuento 90 y los dibujos son algunos de los que le han hecho llegar. Su público la imagina así.

2 comentarios:

  1. La abuela Soni es especial, ha hecho que cada tarde durante un ratito no pensáramos en el confinamiento, nos podría más la ilusión de escuchar sus cuentos.
    Gracias abuela Soni, pero sobre todo gracias hermana, estoy súper orgullosa de ti. Te quiero

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  2. Con gracia Granadina como mi abuela felicitaciones

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