En la biblioteca vive el Mono de la Tinta. Se esconde entre mis libros y acecha mis tinteros. Cuando cree que no lo veo, olisquea mis lapiceras. Se trepa a una pila de libros y, por sobre mi hombro, trata de adivinar qué escribo. Escucho su respiración acompasada, anhelante, mientras lee. Lo sospecho en puntas de pie, haciendo equilibrio, pero, cuando me doy vuelta, siempre desaparece.

Dos cosas le gustan sobremanera: La tinta y las historias.

El otro día, al caer el sol, me acerqué silenciosamente. Me escondí en las sombras, detrás de las cortinas. La noche avanzaba lenta como el río espeso de mis sueños.

Entonces, cuando ya casi se me cerraban los párpados, lo vi: se acercó canturreando una cancioncita pegadiza y destapó todos los tinteros en un bailecito alegre. Después, sentado sobre sus patas sacó una historia del tintero con sus dedos largos.

“Había una vez…”. Y la tinta, sangre del cuento, se deshizo en gotas negras sobre el piso, desmigajándose en mil historias de dragones, de caballeros, de batallas, y en la historia de un mono que bebe tinta, una tinta negra y brillante, como los ojos negros del Mono de la Tinta

Gabi Casalins, septiembre de 2013

lunes, 23 de agosto de 2021

Reseña: "La oscuridad de los colores" de Martín Blasco, por Silvina Flamini


 Silvina Flamini nos acerca esta reseña que invita a la lectura de adolescentes y adultos sobre "La oscuridad de los colores" de Martín Blasco. 




LA OSCURIDAD DE LOS COLORES, Martín Blasco. Editorial Norma, 248 páginas (a partir de 13 años).

 

Esta es una novela oscura y siniestra, como lo anuncia el título, y la primera duda que surge es: ¿los colores tienen oscuridad? Pregunta inquietante que motiva al lector a sumergirse en la lectura.

Los capítulos se van alternando entre el diario personal de J.F. Andrew  y la historia de Alejandro, un periodista, a quien le encomiendan investigar la desaparición de cinco bebés durante el primer Centenario de Bs As. Esos niños reaparecen veinticinco años después en sus hogares: han sido sometidos a un plan macabro de Andrew, con fines "científicos".


Estos niños serán rebautizados (y la incógnita, develada) con nombres de colores y criados bajo distintos estímulos para demostrar a lo que es capaz de llegar el ser humano.


En la investigación, Alejandro descubrirá no solo las verdaderas identidades de los jóvenes y quiénes se esconden detrás de esta aberración, sino también algunos secretos.


Salvando las distancias argumentales, la obra puede ser leída como un intertexto de La isla del doctor Moreau, de H. G. Wells ya que en ambas hay una experimentación con el ser humano producto de los deseos más egoístas e inescrupulosos del hombre.

 

El contexto en el que se desarrolla la historia es el de fines del siglo XIX y comienzos del XX, pleno auge del positivismo, de la hipnosis y de experimentación científica; un mundo cambiante, de olas inmigratorias generadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial. La Buenos Aires de 1910 será el telón de fondo que acompañe a los personajes en su propia búsqueda de la identidad.

 

La oscuridad de los colores es una novela llevadera, de ritmo ágil para el público juvenil o adulto que guste de lo intrincado; es diferente a otras novelas del autor y, por ello, muy atractiva. 

 

 Silvina Flamini

Nací en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, allá por el año ‘74. Estudié el Profesorado en Letras en mi ciudad y hace años que ejerzo la docencia en distintos colegios.
Colaboré en la organización de las “Jornadas de Poéticas de la literatura argentina para niños”, que se desarrollaron durante varios años en La Plata. Asisto con regularidad a jornadas, congresos, charlas sobre la LIJ, y tomo talleres para perfeccionar mi escritura. En 2019 cursé la Diplomatura en Literatura infantil para docentes, dictada por la UCALP.
He publicado dos libros de cuentos: Crónicas mininas y otros relatos  y ¿Érase una vez? Tal vez…, recientemente lanzado.
Me dedico, además, a difundir la literatura infantil y juvenil porque es algo que, verdaderamente, me apasiona.

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