Bobby es un osezno con apariencia de un dibujo de trazos simples, infantiles, pero es mucho más. Es un niño con los miedos de los niños, pero también con los miedos de los adultos, porque un agujero debajo de una cama con un cocrodrilo, perdón, con un cocodrilo en el fondo puede hacer referencia a cualquier otro temor.
“Yo soy un osezno ¿y tú?, yo tengo garras en los dedos ¿y
tú?” Ni qué decir tiene que también Bobby cuenta con nariz, boca, ojos, rabito, ombligo…
Una vez que cada cual sabe quién es, entonces, hay que
presentar a la familia: Papá, mamá, el pececito Kiki y sus muñecos. Hay que
hablar del agujero negro que se encuentra bajo su cama, al que teme, pero del que
siempre sale. No se olvida de su baño, de sus aventuras bajo el agua con Kiki,
a pesar de que no le gusta el agua, porque ¿a qué niño le gusta bañarse así a
la primera? Tampoco es que le guste mucho ir a la guardería, no es nada
agradable encontrarse con cosas que no son suyas, aunque luego, no está mal del
todo. En cambio, el parque es especial, puede vivirse en él grandes aventuras,
persiguiendo hormigas hasta sus escondites y descubriendo secretos debajo de las piedras.
Más allá de la historia, quizás no, quizás deberíamos decir
que formando parte de la historia están las ilustraciones. Ya hablamos al
principio que son dibujos simples, podríamos decir infantiles. Trazos rápidos
en negro y con un único color, el naranja. Todo lo que ama Bobby, incluso él
mismo, es naranja en un mundo en blanco y negro.
La autora de este libro álbum es Mélanie Baillairgé. Artista
canadiense, diseñadora gráfica, dibujante, ilustradora, escultora. Bobby, sin
embargo, no fue creado por encargo ni por requerimiento editorial, fue
engendrado por el simple placer de hacerlo, y se nota.
Lo podemos disfrutar, en español, en la editorial Kraken.
Es el momento de terminar la reseña, porque Bobby ya está, de nuevo, bostezando.