En la biblioteca vive el Mono de la Tinta. Se esconde entre mis libros y acecha mis tinteros. Cuando cree que no lo veo, olisquea mis lapiceras. Se trepa a una pila de libros y, por sobre mi hombro, trata de adivinar qué escribo. Escucho su respiración acompasada, anhelante, mientras lee. Lo sospecho en puntas de pie, haciendo equilibrio, pero, cuando me doy vuelta, siempre desaparece.

Dos cosas le gustan sobremanera: La tinta y las historias.

El otro día, al caer el sol, me acerqué silenciosamente. Me escondí en las sombras, detrás de las cortinas. La noche avanzaba lenta como el río espeso de mis sueños.

Entonces, cuando ya casi se me cerraban los párpados, lo vi: se acercó canturreando una cancioncita pegadiza y destapó todos los tinteros en un bailecito alegre. Después, sentado sobre sus patas sacó una historia del tintero con sus dedos largos.

“Había una vez…”. Y la tinta, sangre del cuento, se deshizo en gotas negras sobre el piso, desmigajándose en mil historias de dragones, de caballeros, de batallas, y en la historia de un mono que bebe tinta, una tinta negra y brillante, como los ojos negros del Mono de la Tinta

Gabi Casalins, septiembre de 2013

sábado, 29 de agosto de 2020

La mochila, por Gabi Casalins y Valentín Cassano

Les comparto este cuento que se llama "la Mochila". Lo escribí hace ya tiempo, por 2014. Integra un libro de cuentos inédito con historias muy misteriosas. Invité a Valentín Cassano, un adolescente de 16 años a leerlo y recrearlo en una ilustración. El resultado fue magnífico porque Valen es un gran dibujante con una imaginación fantástica: me encantó su versión gráfica de esta historia.

¿Cómo dicen? ¿Que no se puede ser artista a tan temprana edad? Mmmmm, miren esta ilustración y después me cuentan.


Valentín Cassano está por cumplir 17 años,  y va al Colegio Sagrado Corazón de La Plata, ciudad en la que nació.

Desde muy pequeño es fanático de Tim Burton  y también le gusta de Lewis Caroll y su Alicia en el país de las maravillas. Ha leído a Edgar Allan Poe y siempre se muestra interesado en una estética que se relacione con el tipo de atmósfera que recrea este autor en su obra. 

Cuando era chiquito, su tía Flor Cassano, que es ilustradora y también editora, lo inició en el maravilloso arte de expresarse dibujando. Él lo siguió haciendo y ahora escribe y dibuja sus propias historias que suelen tener el formato de la narración en verso y "piensa en imágenes". ¿Se avecina un cineasta?

El trabajo que mostramos en este blog ha sido realizado con bolígrafo negro sobre hoja blanca. 


LA MOCHILA

                                                                                               Por Gabi Casalins


Me pasó el viernes pasado cuando me bajaba del 

transporte escolar. Al principio me asusté mucho, 

pero ya me estoy acostumbrando.

 No se ve, pero ahí está.  A la tarde le dije a mamá que me diera ese portafolio viejo de papá para ir a la escuela. Ya no puedo usar mochila.

-¿Y tu mochila nueva?- me dijo-¿Ya no la usás? ¡Con lo que jorobaste para que te la compráramos!

-Yyyyy- le dije yo, y me miré la punta del zapato.

-Que, ¿ya cambiaste otra vez de Super-héroe y el Hombre Araña no te gusta más?

-Yyyyyyy…-volvía decir yo y retorcí una hojita de la maceta de la begonia amada de mamá para distraerla.

-¡Nene, largá esa begonia! ¡Cuántas veces te dije que las plantas son seres vivos y que hay que respetarlos! ¡Habrase visto! 

Y bla, bla, bla, siguió explicando lo de las plantas sensibles, que es su tema favorito. Así logré que se olvidara de la mochila. Porque cuando mamá se pone preguntona, seguro que me saca la verdad. Y lo que yo menos quería era decirle la verdad. Es demasiado terrible para una madre.

Es lógico, ahora no puedo usar mochila. No pesa nada, pero es como tener un viento atado en la espalda. Y tampoco quiero que se enoje. Ahí sí que estoy frito.

El lío es a la noche. En la cama. Yo quiero dormir pero él no. Le encanta salir por los pasillos de la casa y gritar  “¡Uuuuuuuuuuuuuhhhhhhh!”. Yo salgo atrás de él, pero nunca lo alcanzo porque se hace humo.

Ya despertó dos veces a mi hermanita Abril. Por suerte no habla todavía. Mi mamá le puso el chupete y listo. Yo tomé la decisión de cerrar el cuarto con llave. Es lo más seguro. Las cadenas se las escondí en el ropero, atrás del canasto de los juguetes. Capaz que así soluciono lo de los chirridos.

Y bueno, a veces la cosa también tiene sus ventajas. Sabe mucha historia y me contesta en la oreja todas las preguntas que hace la Seño. Ya me saqué dos diez en la Revolución de Mayo y el Congreso de Tucumán.

 De Matemáticas, ni medio.  Se aburre y se pone molesto en esa hora y mancha los pupitres de los chicos explotándoles las biromes o les cambia los útiles de una a otra cartuchera. ¡Se arman unos líos!

Yo trato de retenerlo en mi espalda, pero se me escapa seguido. Parece que le encanta la escuela. Le vuelca el balde a la portera o le empaña los vidrios con su aliento helado cuando recién los terminó de limpiar, la pobre. Ella se vuelve loca con el trapito, dale que dale para sacar la mancha.

Espero que nadie se dé cuenta. Sobre todo mis amigos de básquet. Pero me temo que mi abuelo Cosme sospecha algo, porque el otro día me dijo en la mitad del partido de truco que estábamos jugando:

-Ojo Nico, no es bueno andar con el miedo colgado de la espalda.

Yo pienso que ya se me va a pasar. Cierro fuerte los ojos, agarro el portafolio viejo de papi y me voy para la escuela sin mochila.


Y ahora los invitamos a ustedes: 

¿Quién se anima a mandarnos un dibujo del miedo que guarda en su mochila?

Háganlo a este correo electrónico y publicaremos sus dibujos:

elmonodelatinta2013@gmail.com


martes, 25 de agosto de 2020

Lissette Mayer nos cuenta "El sol, la luna, el agua" en Kamishibai

 Les presentamos a Lissette Mayer y a su Kamishibai mágico. ¡Disfruten de la cadencia de su voz y de la belleza de esta narración!



Lisette Mayer. Antropóloga y narradora. Chilena de origen, vive en Argentina hace 20 años. Se ha especializado como narradora de cuentos en kamishibai llevando a la audiencia infantil cuentos tradicionales, leyendas e historias que retratan la diversidad cultural de nuestro planeta. Ha participado de diferentes eventos culturales en la zona de Traslasierra -donde vive actualmente- como ferias del libro, espectáculos en teatros y centros culturales y actividades en escuelas rurales.

Kamishibai -“teatro de papel” en japonés- es una manera de contar historias de tradición oral que se originó en los templos budistas de Japón durante el siglo XII. Los monjes utilizaban pergaminos en los que combinaban imágenes y texto para contar historias a las audiencias.

A principios de 1920 el Kamishibai resurgió como manera tradicional de contar cuentos a través de los Gaito Kamishibaya, narradores que viajaban en bicicleta de pueblo en pueblo llevando el teatro de papel para el deleite de los más pequeños y procurarse, de ese modo, la venta de golosinas.

 

Hoy en día esta tradición se revitaliza en diversos rincones del planeta portando su magia sencilla y profunda. A través del butai –teatro de madera- se exhiben láminas ilustradas que acompañan la narración de cuentos tradicionales de distintas culturas.

 




El video que presentamos forma parte de “Programa Cultura”, iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Sal Luis, creado para difundir contenidos culturales audiovisuales en tiempos de cuarentena.

 



¡Gracias Lissette por compartir esta preciosa historia con El Mono de la Tinta!

miércoles, 12 de agosto de 2020

“Ciclo de Cuentos y Radioteatros" en "Escuelas Neuquinas abiertas", por María Gabriela Sánchez.

Les contamos y compartimos hoy un proyecto que se viene desarrollando a lo largo de esta cuarentena para los alumnos de las escuelas de Neuquén, en la Patagonia Argentina.

Para eso, Gaby Sánchez, una de sus promotoras nos cuenta de qué se trata:

“Ciclo de Cuentos y Radioteatros" en "Escuelas Neuquinas abiertas"

El “Ciclo de Cuentos y Radioteatros” se trató de una edición especial de los micros radiales “Escuelas Neuquinas Abiertas”, que tuvo como finalidad acompañar los trayectos educativos de los y las estudiantes durante el receso de invierno a través de una programación de cuentos y radioteatros fomentando la literatura infantil y juvenil.

Los micros radiales “Escuelas Neuquinas Abiertas” son una propuesta pedagógica impulsada desde el Ministerio de Educación de la Provincia del Neuquén, Argentina, que se realiza con la colaboración de Radio y Televisión del Neuquén. 

Esta iniciativa busca acompañar las trayectorias escolares de estudiantes en un contexto de no presencialidad escolar, y se basa en la construcción de contenido pedagógico, fomentando la producción local de recursos, valorizando la identidad neuquina y con la participación y protagonismo de estudiantes de toda la provincia del Neuquén, lo cual ha permitido y ha brindado oportunidades de manera inclusiva.


María Gabriela Sánchez: Profesora en Castellano Literatura e Historia. Licenciada en Letras. Especialista en Lectura, Escritura y Educación. Magister en Literatura Hispanoamericana del Siglo XX. Se desempeña como directora del ISFD N° 11 de Rincón de los Sauces, Neuquén. En 2010 publicó su libro La Literatura Infantil y sus posibilidades, junto a Rafael Horacio López. Editorial Arkenia ,Córdoba. Ha participado en antologías de poesías y cuentos para niños y niñas. Escribe teatro para las infancias. Coordina el proyecto HABIA UNA VEZ difundiendo material literario por redes sociales y radios, durante la cuarentena. ( Facebook: ISFD RDLS).

Fernanda Marino - Profesora de Teatro, Actriz y Profesora de Música y Supervisora de Música en nivel Inicial, Primaria y Especial del Consejo Provincial de Educación de la Provincia del Neuquén. Se desempeña en el Teatro Independiente como Directora y Dramaturga. Estrenó cinco obras de su autoría en distintas salas independientes de Neuquén capital.

 



Martina Blocki
 - Lic. en Producción y Dirección de Radio y Televisión. Integrante del área de comunicación de la Coordinación Social y Cultural del Ministerio de Educación de la Provincia del Neuquén.

 

 

 Y ahora, con ustedes, ¡los intérpretes!






Los chicos nos cuentan su experiencia:




 Ciertamente un trabajo apasionante para que este tiempo en casa nos mantenga conectados y creativos. ¡Bravo, Neuquén!

martes, 11 de agosto de 2020

“El teatro infantil de Enrique Pinti: cuando no todo da lo mismo”, por Adrián Ferrero

Hoy Adrián Ferrero nos acerca su análisis  sobre dos obras de teatro para niños del capocómico argentino, Enrique Pinti. ¡Arriba el telón y que comience la función!

“El teatro infantil de Enrique Pinti: cuando no todo da lo mismo”

por Adrián Ferrero

 

Introducción


    El actor, escritor, dramaturgo y director teatral argentino Enrique Pinti (Bs. As., 1939), es un humorista por definición, en particular creador de monólogos, de una larga trayectoria en el medio, exitosísimo por cierto. Se lo considera uno de los referentes mayores de music hall y el café concert en el Río de La Plata. Para dar una idea del alcance de su proyección a nivel solamente nacional, en lo relativo a su labor para público adulto, su obra Salsa criolla se mantuvo diez años en cartel en Buenos Aires.  Entre sus libros cabría mencionar Conversaciones con Juan Forn (diálogos, 1990), al que se suman otros, como Sostiene Pinti: cómo somos los argentinos (1998), Candombe nacional (2004), Del Cabildo al Shopping: pasando por la pingüinera (2008), Del 25 de mayo al desmayo y varias piezas de su firma, casi todos de crítica de costumbres. Y luego su corpus se amplía hacia  otro de dramaturgia infantil: Panchitos de mostaza (2006) y Corazón de bizcochuelo (2008), dos obras infantiles muy representadas que no abordaré aquí, pero que indudablemente marcan una línea creativa en el marco del proyecto creador del autor concebida para el público infantil. Me abocaré aquí al análisis de otras dos de ellas. La primera, Crema rusa (originariamente titulada Los disfraces de Piotr). La segunda, Mi bello dragón, fue escrita en forma ulterior, y desde entonces no ha dejado de ser representada. En su condición de humorista, parece totalmente coherente el hecho de que ambas obras acudan al humor como recurso dominante. Por otra parte, seguramente el manejo diestro de ese género es el que espontáneamente lo ha conducido a ponerlo al servicio del público infantil. Y si bien, como es evidente, los espectadores responden a otras características, el humor siempre resulta cautivante, suele mantener despierta la atención de los asistentes, sin por ello dejar de manifestar exigencias en lo que hace a la calidad o la excelencia de su arte. Para el presente caso se puede perfectamente verificar que es un trabajo de calidad y de recepción eficaz. Consagraré el presente trabajo al estudio de ambas por separado. Y veremos, en un cierre, si el teatro de Enrique Pinti desde una perspectiva de conjunto, guarda notas y matices en común, cuáles son y qué lo distingue confiriéndole una identidad singular. Pero empecemos por Crema rusa.

 


Crema rusa: de la apariencia a la esencia

 

     La presente pieza fue escrita, como dije, entre 1965 y 1966, tiene unidad de lugar (una granja en la antigua Rusia). El protagonista de la obra, Piotor, es el dueño de la granja, padre de tres hijos a quienes, precisamente, pondrá a prueba. Aspira a verificar cuál es éticamente más confiable o, en todo caso, si todos lo son. Menuda sorpresa se llevará con sus dos tentativas de hacerlo. Pero mucho más aún serán las que se lleven sus dos hijos mayores.

     Piotor, un hombre mayor, tiene tres hijos: Sergei, Alexei e Ivan. Habrá otros personajes no demasiado satelitales sin embargo. Masha, la prometida de Ivan, su madre Ana, sirvienta pero quien también niñera antaño de los hijos de Piotor. Este punto es uno que no deja de llamar la atención. La ausencia de una madre en la obra a la cual ni siquiera vagamente se la aluda. Hay también entre los personajes mozos y mozas. Y las dos hijas del rey de Rusia, Ludmila y Tatiana, que irrumpen hacia al final con un desenlace desopilante.  

     Pero ¿por qué un padre decidiría probar las cualidades de sus hijos? Piotor aspira a conocer los verdaderos sentimientos de sus tres hijos, tal como lo declara. No solo hacia sí mismo. Piotor aspira a no confundir esencia con apariencia (punto crucial en esta obra). De modo que evaluará  los diversos comportamientos de sus hijos. Ahora bien: ¿cómo lo hará? ¿ y mediante qué recursos? Enrique Pinti urde las tretas para que esto sea posible pero también lo hace de modo verosímil. La estrategia de Piotor la declara él mismo confesándosela a Ana: “Piotor: Ahí está la cosa. Ante mí se pelearán y podrían hacer trampas pero ante un extraño se portarán de acuerdo a sus verdaderos sentimientos y eso es lo que quiero. Por eso inventé este viajecito que no haré, por supuesto”. Piotor fingirá un viaje. Pero en realidad el tal viaje no existirá. Será la excusa perfecta para poner en ejecución su plan. No obstante, para ello hace falta su desaparición de escena bajo su fisonomía real.

   Durante la primera escena, de carácter festivo, el autor presentará  a los personajes y veremos desde el comienzo que de los tres hermanos, Sergei, Alexei e Ivan, entre los dos primeros existe una alianza que infringe la ética, que los hace funcionar como una dupla que radicaliza el mal. Lo hacen molestando, perjudicando o agrediendo a Ivan. Mediante los peores recursos: mintiendo o por la fuerza. En todos los casos, haciéndolo víctima de sus fechorías.


     Ivan, pese a todo, se mantendrá imperturbable a lo largo de toda la obra. No denunciará las acciones malvadas de sus hermanos delante de su padre ni los pondrá jamás en evidencia, callando y guardando para sí mismo la existencia de estas canalladas en un silencio digno. En el caso de los hermanos, no hay en ellos visos de cambio en lo relativo ni a su temperamento ni a su sentido de la ética. Es más, la pieza pondrá el acento en esta esencia inconmovible de Sergi y Alexi. Al final de la obra, arrinconados por el desarrollo de la acción, se manifestarán, eso sí, desesperados, en su condición de  perdedores.

     En varias ocasiones el autor acudirá a la técnica, habitual en el teatro, de hacer que alguno de los personajes se dirija al público en un aparte sin que el resto de sus interlocutores sean capaces de escuchar lo que dice. De modo logrado, Enrique Pinti construye así su complicidad con los espectadores, que sabrán más que los personajes de la obra respecto de lo que va teniendo lugar en el decurso de la acción, en un juego que diseña la arquitectura de una pieza eficaz. Conocerán, de un modo u otro, información no revelada pero sí relevante que se va desovillando hacia ese final desencadenante.

      Masha, la hija de Ana, es la prometida de Ivan. Ella está perfectamente al tanto porque ve lo que los hermanos mayores suelen hacer con el menor en lo relativo a sus abusos. Y no comprende por qué Ivan deja pasar estos episodios éticamente inadmisibles. Pero precisamente en esa posición consiste la que distingue a Ivan de sus hermanos. No se comportará de modo belicoso ni devolverá con el mismo trato que suelen dispensarle. Controlará sus emociones, no se manifestará de modo impulsivo o desapacible sino como alguien dueño de su temperamento. No es iracundo sino que se lo percibe como una persona también pacífica que suele ser mediador entre conflictos y no quien toma la iniciativa de iniciarlos. No agrede ni es agraviante. En eso consiste, también, su ética en relación a la elección del trato con el semejante.

     Simultáneamente, la personalidad de Ivan se contrapone notablemente a las de Sergei y Alexei en un sentido muy distinto. Ivan es soñador, contemplativo: le gusta mirar las nubes, especialmente cuando el sol las pone rosadas. Les hace notar a sus hermanos, que ellas adoptan formas distintas todos los días. Sus hermanos se ríen de él. No entienden a este hombre soñador que es Ivan, sea capaz de detenerse pendiente del entorno asombrándose de él y apreciando su belleza más secreta sin esperar nada a cambio. Aquí queda también puesta de manifiesto una nueva característica de los personajes: el realismo pragmatista de los mayores, frente a la mirada gratuita de Ivan, capaz de asomarse al universo como por primera vez.

     Las cosas se tornan más serias aún porque se trata de una relación consanguínea muy cercana. En efecto, si faltando a la ética los hermanos agravian a otro de ellos, la armonía familiar, el máximo anhelo de ella, deviene desorden y hasta inmoralidad.

     Piotor fragua entonces su citado plan. Por dos ocasiones finge ser quien no es, para confirmar si quienes dicen ser de un modo efectivamente lo son. Si siguen respetando su investidura y su rol en el seno de la familia. Anhela ver cómo se comportan a sus espaldas sus hijos cuando él está ausente y cómo se comportan también con su prójimo.

     Se disfrazará primero de Rey. Ivan permanecerá inamovible en el trato hacia su padre cuando se refieran a él en torno de la cena cuando su nombre sea pronunciado para difamarlo. No aspira a cambiar a su padre por otro porque lo ama y se refiere a lo bien que ha sido tratado por él. Al amor que les ha dispensado. Cómo se ha consagrado a cuidarlos. A los cuentos que les contaba. Sus hermanos, en cambio, lo harán pasar a Ivan por sirviente delante del huésped, en primer lugar. Y en segundo lugar, durante el diálogo que mantengan con el visitante, serán despectivos acerca de su padre y acudirán a la mentira para desprestigiarlo.

     El padre tomará nota de estas declaraciones y de cómo tratan a Ivan (también de cómo Ivan se deja tratar). Se marchará con una promesa para beneficiarlos quince días más tarde a los dos hermanos mayores.

     En la segunda aparición de su padre, irrumpirá disfrazado de bailarín, cantante y actor, todo junto, otra vez se repetirán las descalificaciones hacia su persona hasta llegar incluso a la amenaza de la agresión física con un látigo por parte nuevamente de los mayores.

     Piotor se dará a conocer. Se desencadena el conflicto en su momento más tenso. Los hermanos retroceden. Piotor le ofrece a Ivan la mano de la princesa del reino. Ivan rehúsa. Ama a Masha y desconoce a la tal princesa. Por lo tanto, no la cambiaría a su prometida por una extraña. En ese momento Ana, que es chismosa, se le acerca y le revela un secreto a Pitor para ponerlo sobre aviso acerca de un dato crucial del que debe estar al tanto. El padre hace algo que desconcierta a los dos hijos mayores. A partir de ese secreto, Piotor le ofrece la mano de la princesa a uno de ellos. Tras la propuesta, ellos aceptan, arrobados. Y es entonces cuando irrumpen en escena Ludmila y Tatiana, las dos princesas, hermanas mayor y menor, del reino. Y explican que su tío ha hecho una revolución y su padre ha debido huir. De modo que ellas han escapado como han podido y se han quedado sin un céntimo. Los hermanos de Ivan no sabían en lo que se habían metido, producto de su ambición social y económica. Su deseo terminará en fiasco. Las dos mujeres que irrumpen en escena son feísimas. Son tan horripilantes que Sergei y Alexei quedan impresionados o, peor aún, horrorizados ante la posibilidad de que ese matrimonio se consume. Es más, en sus palabras afirman que son “dos loros”. Y el padre, no solo indignado por el trato que le han dado a él sino a su hijo menor les ordena a partir de ese momento dormir en el establo y acarrear baldes de agua sobre sus cabezas. Esos baldes “serán sus coronas”. Vivir de un modo peor de como lo hacen los sirvientes en vista de todo lo que tendrán que trabajar en la granja en adelante. Las dos princesas están exultantes no solo porque “se casarán con dos apuestos leñadores”, el gran sueño de sus vidas. Sino por el solo hecho de haber perdido la soltería.

     La obra de Enrique Pinti mediante el procedimiento del disfraz y las dobles identidades con eficacia muestra al público infantil que no debemos creer en las apariencias. Y en cómo la hipocresía es capaz según una doble moral de mostrarse de un modo pero funcionar como su par antagónico pueden regular el mundo. Nos habla de la importancia de la fidelidad y la incondicionalidad en los vínculos, especialmente hacia los familiares más inmediatos. De la importancia del cuidado, del respeto hacia el semejante. De permitirse volar de un mundo terrenal hacia el de los sueños, lo que facilita reflexionar y también proyectarse hacia las posibilidades infinitas además de las que nos exigen el ser y el existir en este mundo.

     Sin ser una parábola edificante, Crema rusa sí explora con intensidad el universo de la ética y sus principios. No condesciende a la moraleja fácil pero sí deja a las claras que en esta vida no todo da lo mismo. Y este me parece que debería ser el costado ético que la literatura infantil sí sería conveniente explorara. Es el más inteligente pero también el más difícil desafío de la escritura para niños.

     Agregaría, eso sí, que el exotismo de que está rodeada la obra, ambientada en una Rusia de antaño, también campesina, introduce un automático efecto de encantamiento que refuerza su economía ficcional. Desde el vestuario, el paisaje, las comidas, las bebidas y las costumbres, todo contribuye a que estas representaciones que remiten a un referente histórico distante tanto en el tiempo como en el espacio vuelvan a la obra más cautivante.

     Y cerraría con una declaración paratextual final del autor que viene a confirmar el costado más esencial de Crema rusa, su significado más perenne. Dice Enrique Pinti: “Me gusta el teatro porque está la gente en vivo, riendo, llorando, aplaudiendo o durmiendo si lo que uno hace los aburre. El teatro no miente”. Es, precisamente, lo que Ivan no ha hecho, no hace ni haría en la obra. Porque Ivan está connotado axiológicamente de modo positivo, pese a que deba sufrir las humillaciones de sus hermanos con entereza. Él mantiene su integridad porque mantiene, ante todo, la fidelidad a ciertos principios. Son los que lo definen como sujeto ético.

    

Mi bello dragón

 

     La obra Mi bello dragón, de 1967, guarda bastantes diferencias tanto temáticas cuanto de estructura formal respecto de Crema rusa. Protagonizada por duques, trovadores, un leñador, una posadera, un rey, su  hija, un hada, un guardia, una bruja y nada menos que el dragón Cirilo, plantea una serie dinámica de vínculos y acciones atravesadas por el común denominador de los enredos. Nos transporta al universo de los cuentos de hadas por su nítida adscripción cuyos indicios son algunos de sus personajes, icónicos del género.

     En esta obra, también estarán presentes como notas constantes las paradojas y las falsas atribuciones. Habrá hadas con varitas mágicas inútiles, dragones buenos que colaboran para que un matrimonio en peligro se concrete, duques (condición supuestamente noble) que disfrazan su identidad maligna (nótese su condición opuesta) con el objeto de conquistar uno de ellos la mano de la princesa Terremoto, hija del rey Ñoqui, mediante métodos inescrupulosos.

     A los enredos se suman los cambios de apariencia a través del disfraz o bien de personajes que se esconden detrás de los cortinados para escuchar lo que está sucediendo para luego tomar parte de la acción, pero que contando con esa información en su poder, podrán cometer un daño que éticamente los define. En el marco de una obra infantil, el recuso de sustraer la propia identidad a la mirada de los personajes, para perjudicarlos, constituye la forma de señalar la figura del espía como un recurso teatral del que otras piezas se han servido, incluso en el mismo Hamlet esto ocurre.

     Son en la obra recurrentes las búsquedas del amor, los enamoramientos, los desengaños y los rechazos. También es habitual la falta de todo reparo ético para llegar a ese fin que sería conquistar  el amor (de la princesa Terremoto, de la bruja Tortugonia que hace lo imposible por lograr el del duque Salamino, entre otros). Dado que hay imposibles que tienen que ver con posiciones sociales antagónicas, se decretan una serie de pruebas de amor, que tienen que ver desde responder una adivinanza compleja hasta vencer a un dragón del que se espera cualquier cosa menos que se termine convirtiendo en un aliado de su supuesto agresor, quien debe triunfar sobre él para cumplir una prueba.

     Este dragón, quien era un aparente peligro para el leñador Roblecito, lo invitará a pasar a su casa a comer huevos fritos en lugar de atacarlo o agredirlo. Lo que se presentaba como una prueba insalvable para un joven frente a un supuesto monstruo de poder superior y temperamento dañino, de modo culminante sella una amistad que el cierre de la obra viene a coronar.

      Porque Mi bello dragón es precisamente el dragón Cirilo, una figura que encarna la paradoja: con su carácter pacífico y su propuesta de amistad genuina, reúne todas las características opuestas a las que suelen atribuirse a estos “monstruos”. Sin embargo, la literatura contemporánea conoce ya una tradición de dragones bondadosos que no se corresponden con los de los cuentos tradicionales. Sus acciones configuran un oxímoron: un dragón que hace el bien, que embellece en lugar de destruir, que no es violento sino que baila civilizadamente y hasta festivamente en una ronda dejando un mensaje de unión para los niños. El dragón Cirilo, cuya muerte a manos de Roblecito, el verdadero y fiel enamorado de la princesa Terremoto, no se concreta. Roblecito demuestra ser noble, fiel y sostener el principio de la justicia por sobre todo, la figura que desde la mirada de los valores corre pareja a la del dragón Cirilo. No tolerar lo que pueda afectar negativamente al semejante encarnado, pese a todo, en una figura tan distinta. De algún modo Enrique Pinti viene con esta figura a desmitificar una vez más estereotipos. Aquellos que circulan en torno de los cuentos de hada o los cuentos tradicionales, fuertemente codificados.


     Precisamente un dragón bello rompe con las versiones que en el marco una tradición antiquísima, incluso legendaria, les atribuye maldad, perversidad, violencia y fealdad. Este Cirilo, en cambio, es la encarnación de quien, manso y comprensivo con el semejante, consiente incluso a asistirlo. En efecto, finge con sus gritos, que ha sido ultimado por Roblecito, cumpliendo así su prueba de amor.

     Por otro lado, la princesa Terremoto confiesa que con su tía, el hada Ventolina, sale todas las noches disfrazada de campesina a recorrer los bosques y las tabernas porque su vida de palacio es aburrida. Es en una de esas incursiones en donde conocerá al hombre del que se enamora, el joven leñador Roblecito al que me he referido. Frente a un amor competitivo de uno de los duques con Roblecito, es que comenzarán las pruebas. La citada adivinanza, primero. Luego, el enfrentamiento con el dragón.

     En el medio, una serie de filtros mágicos para matar y para enamorar son preparados y ser servidos en un banquete. Y luego de que el rey Ñoqui descubra que se ha intentado asesinarlo porque la planta sobre la que vuelca uno de ellos como una prueba grita auxilio y se desmaya, se dará cuenta de que hay conspiradores y de que existe un complot en su contra. El rey Ñoqui luego de este episodio hace capturar a Triquiñuela, a Salamino (aspirante a la mano de Terremoto) y a Tracañote (su cómplice, otro duque), que huyen hasta que son apresados con la ayuda de Roblecito para ser encarcelados definitivamente.

     En definitiva, esta comedia infantil de enredos, pero en la que tampoco falta la fidelidad y la ternura, el amor, la lealtad y en la que las trampas son desenmascaradas, muestran a un Enrique Pinti con matices, que incorpora más conflictos a esta nueva pieza, que también suma personajes en relación a la primera pieza que analicé, complejiza la acción desde el punto de vista de  la historia. 

     El final de la obra es elocuente. En efecto, en una ronda, los personajes triunfadores cantarán y bailarán, se postulará un mundo donde no habrá brujas ni hadas porque se convertirán en tías, y “no habrá que asustarse más de un filtro, de un dragón ni de la oscuridad”. Y como una invitación a vivir la infancia como un momento de entusiasmo, lleno de felicidad, de optimismo, de seguridades, el dragón Cirilo agrega como cierre de la obra: “Siéntanse felices porque chicos son, se los pide este bello dragón”.

     

Cierre

 

     El teatro de Enrique Pinti viene a formular preguntas más que a confirmar evidencias. A reformular, en todo caso,  esquema estereotípicas de la tradición legendaria de los cuentos de hadas o tradicionales. En primer lugar hay un trabajo fino y sutil con las apariencias y la esencia de las personas y las acciones, de los caracteres, las identidades, los valores éticos en directa relación al disfraz que pretende imponerse como el en superficie veraz. En efecto, algunos de personajes fingen rasgos de personalidad, por lo general vinculados a lo axiológico, en una suerte de doble moral que se profundiza porque ello se traduce en acciones concretas que planean realizar o realizan para afectar negativamente a otros, incluso parientes. Las trampas son recurrentes en estas obras, pero también sirven para desenmascarar si son trucos. Por otra parte, este doblez en la personalidad muestra a los niños que existen personas de las cuales conviene no siempre fiarse. No todo en este mundo puede ser idealizado. Muchas personas encubren defectos o valores que no son constructivos sino destructivos hacia el semejante. Así, urden estrategias o planes para lograr sus objetivos de modo inescrupuloso. En definitiva, Pinti nos habla a través de un universo estético (su arte) de  una ética que no siempre es respetada sino infringida. Este es el otro punto importante en Pinti. En su teatro los personajes encarnan una ética que ubica al semejante en un lugar de dignidad y respeto, por un lado. Y otra posición que es precisamente la antagónica. Las dos se enfrentan. Pinti acude de modo elocuente a diversas clases de recursos, todos inteligentes, pero también el triunfo lo reserva a la virtud. La transgresión a la ley ética supone un castigo, no necesariamente físico, pero sí un lugar de sanción probablemente social. Los malvados son puestos en evidencias, desenmascarados, se da a conocer su rostro primordial. Y en el teatro de Pinti no se dan demasiadas explicaciones. Pero sí sabemos que en este mundo existen personas dañinas y otras que no lo son. Que los dañinos raramente cambian de carácter. Y que esto suele meterlos en serios problemas. Nadie se fía de ellos, una vez puestos en evidencia se recela de ellos porque al regirse según su conveniencia y no según la ley ética, son imprevisibles. Esta invariante en los malvados, si bien no les da la oportunidad de cambiar y revisar sus acciones es por sobre todo una posición realista. La ley del perdón no funciona con personas imprevisibles que han demostrado su capacidad destructiva.     

     Enrique Pinti, trabajando hábilmente con temperamentos y cualidades, resume con dos trazos maestros dos clases de personalidad en estrecha relación con dos clases de posición frente al semejante y a la ética. Pero también, mediante una resolución satisfactoria en cada pieza, pone de manifiesto que las tensiones se resuelven cuando en esa batalla entre el bien y el mal, regresa un orden al mundo.  Y que ese orden es posible. También hay una reflexión en torno de que si uno es fiel a sí mismo el triunfo le espera porque se vuelve una persona, como lo adelanté, confiable, probo. Pinti desarrolla en sus obras de teatro una serie de acciones que se desenvuelven según un universo ético estable. Los buenos se mantienen fieles a sus principios de modo inamovible. Los malvados hacen lo propio. A partir de esta interacción dinámica entre principios éticos altruistas o sus opuestos, queda contorneada nítidamente la estructura dramática. El bien como un valor absoluto es lo que, en ambas obras, no diría que exactamente triunfa, sino que por su contundencia vehemente se impone como la opción más acertada porque es la que más garantías ofrece. De este modo nos habla Enrique Pinti. Un teatrista con todas las letras.

domingo, 9 de agosto de 2020

Coraline de Neil Gaiman

 Camila Córsico es una joven platense, estudiante de Secundaria. Esta es su reseña:

Sinopsis:

Al día siguiente de mudarse de casa, Coraline explora las catorce puertas de su nuevo hogar. Trece se pueden abrir con normalidad pero la decimocuarta está cerrada y tapiada. Cuando por fin consigue abrirla, Coraline se encuentra con un pasadizo secreto que la conduce a otra casa tan parecida a la suya que resulta escalofriante.

Pero, hay ciertas diferencias que le llaman la atención, la comida es más rica, los juguetes son maravillosos y sus padres son, aparentemente, tan encantadores… Coraline también descubrirá que, tras los espejos, hay otros niños que llegaron antes que ella y ahora son almas perdidas. Ella es la única salvación. ¿cómo los salvará y recuperará su vida anterior?

Opinión:

Es una historia genial que todo el mundo debería leer, ya que te enseña a querer y valorar las cosas que tenés, a pensar bien tus decisiones antes de tomarlas, pero, sobre todas las cosas, te enseña a que no todo siempre es lo que parece, y a que las apariencias pueden engañarte.

El libro me lo prestó una amiga. Yo ya había visto la película, pero algunas veces los libros son más expresivos y por eso se lo pedí prestado. Al final, ambas nos sorprendimos de algo: ella, de que lo terminara tan rápido; yo, de que había superado mis expectativas.

Lo recomiendo, la narración es buena, transmite mucho, además de que la historia es bastante original y muy creativa. Te mantiene pegado a lo que va a pasar.

Es una historia de terror, pero no un terror extremo, es más fuerte la curiosidad que te despierta querer saber lo que pasa en el capítulo siguiente que el miedo que te pueda producir. Hasta el punto de que, si te engancha, vas a querer leerla toda de un tirón. Si no has visto la película, yo aconsejaría que se lea primero el libro.

Sólo señalo algo negativo, y es que Coraline descubre la verdad muy pronto.

Y, un último aviso, a partir de que lean Coraline, van a ver con otros ojos los botones del costurero de casa.

                              

martes, 4 de agosto de 2020

Dicen que dicen...




A mis amigas escritoras:
Gabi e Inma.

¿Y si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para los adultos? ¿Seríamos realmente capaces de aprender lo que, desde hace tanto tiempo venimos enseñando?” 
                                                                                       José Saramago, “La flor más grande del mundo”. 


Las palabras que esbozo aquí, solo son una humilde introducción al  cuento que quiero compartir con ustedes que han recibido un don preciado que es, el de poder componer historias para niños. Ese regalo, me ha sido vedado por el destino. No obstante, sí recorro y comparto las historias contadas por otros, sufro las mismas desventuras de los personajes y cuando cierro el libro, tengo la misma desazón e incertidumbre por acceder a otro título que me haga vibrar como en la lectura anterior. En fin, estamos en el mundo de las palabras, en el universo de las imágenes que se generan a partir del sonido del vocablo dicho y ya estamos ahí, y caemos rendidos a los pies de alguna promesa que nos embarque en un mar infinito, y que por un rato, por unos minutos seamos los arquitectos de ese cuento, que se cierra con un final en el que hemos puesto el cuerpo y la mente al servicio de un narrador que hace las veces de un hacedor de esa historia.
Solo me resta compartir y acompañar el camino de literatura a través de la lectura. Como dice el Maestro Jorge Luis Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído".
Aquí me animo a compartir La flor más grande, un cuento del escritor José Saramago. Una gran lección de literatura y de vidaEste cuento se inicia bajo la excusa del premio nobel de literatura sobre la imposibilidad de escribir un cuento para niños. Y así sin querer o queriendo, el cuento se va tejiendo, la figura del niño se agranda porque su destino es grande. Es parte de la historia y como tal se convierte en el héroe, en el que ofrece vida frente a un páramo, a una tierra seca y muerte; sus pies descalzos y ensangrentados de tanto subir y bajar la montaña en busca de agua para su flor, para dar vida a la vida, son el símbolo de este renacimiento.
Qué más se puede decir de este modelo de escritura y de escritor. Solo cerrar los ojos y dejarse llevar por esta historia que dicen que es para niños, yo, lo dudo, porque ya no soy una niña y me encantó:


“En el cuento que quise escribir, pero que no escribí, hay una aldea. (Ahora comienzan a aparecer algunas palabras difíciles, pero, quien no las sepa, que consulte en un diccionario o que le pregunte al profesor.)
Que no se preocupen los que no conciben historias fuera de las ciudades, ni siquiera las infantiles; a mí niño héroe sus aventuras le esperan fuera del tranquilo lugar donde viven los padres, supongo que también una hermana, tal vez algún abuelo, y una parentela contusa de la que no hay noticia.
Nada más empezar la primera página, sale el niño por el fondo del huerto va, de árbol en árbol, como un jilguero, baja hasta el río y luego sigue su curso, entretenido en aquel perezoso juego que el tiempo alto, ancho y profundo de la infancia a todos nos ha permitido...
Hasta que de pronto llegó al límite del campo que se atrevía a recorrer solo. Desde allí en adelante comenzaba el planeta Marte, efecto literario del que el niño no tiene responsabilidad pero que la libertad del autor considera conveniente para redondear la frase. Desde allí en adelante, para nuestro niño, hay sólo una pregunta sin literatura: «¿Voy o no voy?» Y fue.”

Para continuar leyendo esta bella historia los invitamos a visitar esta página: https://issuu.com/auditoriotenerife/docs/ost_guiadidactica_laflormasgrandede en la que encontrarán el cuento completo. Nos vemos en otro cuento.

Como esta historia tiene principio pero no tiene un final, los invitamos a disfrutar del video de La Flor más grande del mundo, compuesto y dirigido por Emilio Aragón.

https://www.youtube.com/watch?v=axHXMbkSSGk

domingo, 2 de agosto de 2020

Alicia entra al País de las Maravillas


Un conejo blanco que llega tarde a tomar el té, raro ¿no? Depende desde donde lo leas, porque será muy raro en nuestra época o para cualquier señora de la Inglaterra victoriana, siempre y cuando no seas una niña intrépida e ingeniosa como cierta pequeña que un día se aburría junto a la orilla de un río y no llegaba a entender cómo su hermana podía leer, durante horas, libros sin una sola ilustración.
Gracias a Dios que apareció aquel conejo y animó la tarde de Alicia (y la nuestra de paso y sin querer, o… queriendo)
Alicia, sin dudarlo, sin pensar qué podría suceder, se cuela en la madriguera en post del blanco y raudo conejito. Desde luego que no es el ejemplo más loable para que los niños lo sigan, pero, claro, ¿cuántos niños han visto a un conejo con chaleco y con reloj, preocupado porque llega con retraso?
¿Y a dónde la lleva esa profunda y extraña madriguera, toda amueblada con estantes, mapas, cuadros…? Sólo a un sitio podría ser: Al País de las Maravillas.
Allí, en el País de las Maravillas, Alicia crecerá y disminuirá sólo al comer o al beber; tendrá que nadar en sus propias lágrimas; hará amistad con un ratón; oirá los consejos de una oruga; soportará a una Duquesa bastante extravagante; asistirá a una merienda algo peculiar; tendrá que discurrir el significado de acertijos que no tienen solución; pintará, de rojos, rosales blancos; jugará un partido de croquet con un flamenco como mazo y un erizo como bola; lidiará con la megalomanía de una reina que decapita a todo el que le cae antipático; hablará y verá la cabeza de un gato, que, a veces, sólo tiene sonrisa; vivirá, en fin, mil y una locura más.
Y, en realidad, quizás no sean tantas locuras, quizás todo responda a un juego con reglas que impuso el autor y que, por desgracia, en muchas ocasiones, se nos escapan.
Desde la misma firma del autor, Lewis Carroll, hasta el nombre de la protagonista, todo es juego.
La cosa empezó, como en el cuento, una tarde, algo aburrida, también junto a un río: el profesor Charles Dodgson le relata a tres de sus pupilas un cuento titulado algo así como Las aventuras subterráneas de Alicia, cada una de las niñas tendrá un papel en el cuento (Lorina es Lory o Loro; Edith es Eaglet, el Aguilucho; Alice es fácilmente reconocible), incluso el profesor será Dodo. La narración oral, pasó luego a manuscrito que fue regalado a la pequeña Alice. Al publicarlo, años más tarde, le añadió algunos capítulos más.
Carroll no ideó un cuento de hadas, su país maravilloso no está repleto de hadas ni de princesas, de ogros o de gigantes. Su protagonista es una niña, modosa, recatada, educada, un poco sabihonda que se introduce en un mundo al revés, donde lo que ha aprendido en el colegio no le sirve para mucho, al contrario, la confunde. Tiene que dejar toda esa enseñanza estereotipada de la Inglaterra victoriana, para jugar con la lógica, con el ingenio, que es el único modo de salir indemne de ese mundo maravilloso donde ha caído. 
Alicia afronta con total sencillez, como si fuera lo más natural del mundo, todo lo que le acontece, incluso parece divertirse con la idea de crecer, decrecer, perseguir al conejo blanco, discutir con el ingenioso Sombrerero Loco, pasar del sentido figurado al literal, jugar con las palabras… le molesta, eso sí, que le quieran cortar la cabeza, pero, claro, ¿a quién no le molestaría?
El País de las Maravillas no es suficiente para todo el ingenio de Carroll y Alicia se lanza A través del espejo de su casa para ir a dar al tablero de ajedrez más grande que jamás haya visto y todo empieza de nuevo, quizás mucho más marcado lo simbólico, los juegos de ingenio se suceden vertiginosamente. No en vano, Carroll fue un maestro en lógica simbólica.
Alicia es una de esas obras que parecen para niños pero que pueden (y casi deben) leerse en todas las edades, porque para cada edad hay una lectura.
Al fin y al cabo, “La vida, dime, ¿es algo más que un sueño?

(Las ilustraciones empleadas en este artículo son parte del proyecto de Dalí sobre Alicia y han sido extraídas de https://codigoespagueti.com/noticias/cultura/las-alucinantes-ilustraciones-que-salvador-dali-hizo-para-alicia-en-el-pais-de-las-maravillas/)



Inmaculada Manzanares