Nuestro colaborador Adrián Ferrero hace una semblanza de la trayectoria literaria de nuestra Gabriela Casalins. Sin obviar su amistad con ella, no cae en lo tendencioso. Nos muestra que nadie mejor que él para hablar de la conexión entre la vida y la literatura de esta escritora platense. No nos extendamos más, sólo les queda ahora leer el artículo.
Como
premisa, esto es, como primer paso en el marco de un trabajo crítico, en el presente
artículo no ocultaré que mantengo una relación de amistad con su autora de ya largos
años. De compartir experiencias vitales, existenciales, metafísicas, expresivas
y afectivas que desde esa misma amistad franca nos mantiene en continuo
intercambio fecundo. Ello no es sinónimo bajo ningún punto de vista de que este
artículo carezca en el abordaje de su corpus de rigor u exigencia críticos. O
acaso busque el panegírico. Más bien, muy por el contrario, se sirve de esa
cercanía para reconstruir una trayectoria, la consolidación de una voz, la
detección de ciertos núcleos recurrentes en su poética, un cierto modo de
trabajo, el sistema de lecturas de la autora, servirme de los trayectos
formativos compartidos para recuperar esos aprendizajes y ver de qué modo los
hemos procesado cada uno de modo diferente. Diálogos llenos de franqueza y
honestidad conducen, inexorablemente, a que la amistad no precisamente
interfiera en el trabajo crítico, sino que me brinde más recursos para
interrogar sus textos con idoneidad. Por otra parte, compartir la vida durante
largos años permite conocer a fondo el sentido de la ética de una persona en
los hechos, no ya de palabra. En la acción, en la interacción cotidiana y en la intervención en el mundo. Asistir al
modo como realiza aportes a la comunidad, cómo es su socialización y de qué modo
cuida de sus afectos y de sus semejantes. En tal sentido, y aquí sí seré
enfático, Gabriela Casalins escribe como vive y vive como escribe. Esto es: hay
una congruencia tan absoluta entre su sentido de la libertad y su sentido de la
libertad subjetiva en directa relación con la creatividad, la seriedad con la
que encara el trabajo de sus propios textos o supervisa los ajenos, ofrendando
su tiempo generoso para colaborar, que su responsabilidad y su compromiso
resultan elocuentes. Hasta aquí entonces mi definición de Gabriela Casalins como amiga, como ser humano completo
y, ahora sí, vamos a las cosas.
Rosemary
Jackson, la investigadora norteamericana, ha estudiado los alcances de la
literatura fantástica o lo que ella ha dado en llamar “fantasy”, en su libro Fantasy. Literatura y subversión (versión original en inglés
de 1986) que, en un sentido amplio, comprende a todo campo de la producción
literaria que transgreda las leyes de verosimilitud propias de la literatura
realista. En esta categoría ingresarían naturalmente obras fantásticas en
primer lugar, pero también el cuento extraño, la ciencia ficción, el gótico,
entre otros géneros desde lo temático afines. En tal sentido, habría toda una
serie de unidades que el fantasy y su construcción tanto desde lo semántico
como desde lo formal pondría en cuestión. La unidad de personaje (adoptando
formas, tipos, figuras, encarnaciones, figuraciones) que rompen con el
estereotipo de la literatura realista. En efecto, se trata de una literatura que
a la noción de personaje entendida en los términos más estereotípicos y
tradicionales la desarticula. Existen personalidades múltiples. Los personajes
cambian de identidades. Las identidades nos son fijas, estables, hay
metamorfosis, entre otras variantes. Igualmente ocurre con la unidad de tiempo
y la unidad de espacio, que por ejemplo en la ciencia ficción se ven
fuertemente comprometidas. En estos géneros son frecuentes la discronías y las
ucronías. Y, en el orden de las relaciones humanas, las distopías, entre otras
formas de la transgresión también del universo social, lo que genera confusión,
destrato, caos o bien violencia, tal como lo apreciamos en su dimensión de la
realidad empírica, constatable. Estas son algunas notas que plantea el fantasy (no
todas) muy a grandes rasgos. Por otro lado, sí diría que la hipótesis de
Jackson es que el fantasy lo que sí hace es plantear (en sus palabras)
“imposibles semánticos”, esto es, circunstancias, episodios, hechos,
acontecimientos, relaciones, vínculos, sucesos, climas, atmósferas, que según
las leyes del convencional discurso realista, más lineal, más naturalizado, más
unívoco, en lo relativo al referente no solo imaginario, no tendrían cabida
bajo ningún punto de vista. A la luz de estos atributos, dibujados muy a
grandes trazos sí diría que la escritora de La Plata (Argentina) Gabriela
Casalins (La Plata, 1961), autora de literatura para niños y para adultos, de
poesía, narrativa, obras para títeres, entre toda una amplia diversidad y
variedad de registros por dentro del orden de la producción literaria, en
ocasiones manteniendo la unidad de sentido, es un ejemplo cabal de este tipo de
literatura. De una poética que desde la representación literaria plantea una
fuerte oposición a la cultura represiva imperante y dominante que impide la
libertad subjetiva, el desenfreno de la imaginación, la posibilidad sensible de
sentirnos comunicados mediante formas alternativas al dibujo de lo que proponen
fórmulas convencionales que no aportan sustantivamente nada al panorama de la
biografía de un sujeto en la sociedad contemporánea que pueda eludir la
prohibición de crear, de recrear por dentro de la cultura y su, diría Freud,
malestar. Pero, por sobre todo, a partir de una poderosa intervención en el
orden de lo simbólico que se proyecta hacia el orden de lo material o físico,
afectándolo notablemente. Y modificándolo. Gabriela Casalins publica cuentos en
antologías colectivas, forma parte de un libro cuya Editora es nada menos que
la Dra. en Ciencias de la Comunicación y escritora Graciela Falbo (quieran
estuviera muy ligada a la literatura infantil durante una buena etapa de su
vida; luego se volcó, en una singular e importante producción de la lírica).
Esta antología institucional, porque fue publicada por la Facultad de
Periodismo y Comunicación Social dependiente de la Universidad Nacional de La
Plata, social (el marco institucional dentro del cual había tenido lugar el
taller de escritura del que ambos participamos junto con otros asistentes,
muchos de ellos escritores), dio por resultado en 2002 el libro Cara y ceca de la escritura. Cuentos y
procesos creativos. Allí de un lado del libro figuraba una selección de
relatos a partir de la misma consigna impartida a todo el grupo. Y del otro, en
una cara invertida, la reconstrucción de los procesos creativos a partir de los
cuales habían tenido lugar.
Llega luego un libro con el que obtiene un premio importante, el Primer Premio Internacional Hespérides con su libro Historias familiares (2005). Este punto ya nos sitúa frente a un sujeto mujer en primer lugar, diría yo, con poder de iniciativa, atento a reconstruir sus propias tramas identitarias, las de sus mayores y lega a su descendencia toda una riquísima memoria que, transmutada en relato, deviene un capital difícilmente olvidable para ella y para los suyos. También para quienes somos sus amigos o participamos de su entorno afectivo, atentos y ávidos por conocer estas historias que siempre dejan abiertos los sentidos en lugar de cerrarlos. Suelen ser fuente entrañable y, naturalmente, como no podía ser de otra manera ponen el acento en un cierto tipo de educación (y no otra). Sientan las bases de una ética hacia el semejante. Y de la construcción de la concepción de ese semejante en función fue formado este sujeto mujer de lo que es capaz de brindarle, de aportarle, de darse tanto intrafamiliarme como por fuera de ella como exogámicamente. Asimismo, de qué modo las generaciones mayores trazan un puente hacia las que están comenzando a florecer para ponerlas al tanto de dónde vienen. Y de dónde vino su madre. Sienta las bases de un pacto, también, con sus ancestros. Gabriela Casalins ya demarca, eso queda claro, un territorio sagrado. Lo hace adoptando la forma de un corpus de historias interesantes, bien escritas, con trama y argumento que cautivan (como toda su literatura, que jamás pierde de vista el interés y la atención del lector, no perder a ese lector al que aspira a conquistar con las armas de la seducción del relato bien escrito, no solo con emociones o contenidos que sean fuertes y atractivos, en libros donde pasen cosas que son apasionantes, si bien pueden ser dolorosas (como en su cuento “Desagelada”, a propósito de una chica de la calle, en plena orfandad), con emociones, que conmuevan, que movilicen pero sin efectismos, sin moralejas ni didactismos simplistas, sino por una poética, a secas. Por lo tanto, que atraen porque constituyen una tipología de discurso literario altamente atenta a estar pendiente del receptor. Una poética que no es partidaria de la codificación del discurso literario sino de su liberación hacia todas sus dimensiones creativas posibles. También es la escritura de factura trabajada, urdida cuidadosamente, la que le interesa a Casalins (sin llegar al extremo del adorno o la escritura ornamental, plagada de florituras, prácticamente vacía o falta de toda intensidad emotiva o de ideas, axiológicamente connotada sin clase alguna de valores). El libro clave de toda su producción (lo que por supuesto puede ser objetable por parte de otros especialistas) es a mi juicio Animalia (2009). Un bestiario medieval para el cual se documentó, estudió, leyó, pero también para el cual fue tremendamente original en lo relativo a sus tramas, argumentos y atribución de fisonomías a estos seres fabulosos que, una vez más, venían como proponía Rosemary Jackson a romper con una tipología de personajes y protagonistas habituales, instalados en la ficción según el sentido común, una estereotipia que nada venía a aportar a la poética (y al mundo, en un sentido mucho más amplio, agregaría yo). Casalins, en cambio, será desafiante. Organizará un conjunto de tramas que no serán concesivas con lo que la literatura propone en su normalización sino en la “subversión” (palabra de Jackson). Sus personajes adoptarán la forma que ella desea y no la que la sociedad impone. Y el universo poético de Casalins será el de personajes fabulosos en diálogo sin embargo con el universo humano. No elimina a los humanos de ese cosmos sino que integra ambas dimensiones. Criaturas fabulosas con criaturas humanas, con seres humanos. Así, introduce un contrapunto riquísimo. No hay agresión ni hay ataques ni hay violencia. No hay antagonismo (al menos que yo recuerde en lo primordial) sino que más bien hay extrañamiento, para usar un término propio de los formalistas rusos. Pero tampoco hay una suerte de perplejidad asustadiza que conduzca ni al trauma ni al terror. Se trata de figuras claramente distintas del humano pero que no han llegado para depredarlo. Esta es la zona de la imaginación que más finamente a mi juicio Casalins desata, pone en estado de libertad subjetiva. Y de rebelión contra los límites de la ficción realista.
Finalmente, llegarán dos libros para niños: un díptico. Lo que Teo no dice (2014) y Lo que Teo descubre (2018). Es aquí donde la tortuga Antigua Pasolento será la protagonista que vaya al rescate de un niño (Teo) que padece la discriminación en el ámbito escolar (universo que la autora conoce a la perfección, como veremos más adelante por qué y de qué modo), a lo que se suma la trágica inundación de nuestra ciudad de La Plata en la cual hubo incluso (como se recordará) numerosos muertos, casas devastadas y miles de libros arruinados (ya que nos estamos refiriendo a datos de la poética, sin querer por ello homologar en modo alguno pérdida de vidas humanas con pérdida de libros). Entre este universo escolar y esta tortuga poco convencional, que por ejemplo habla y entabla diálogos con el protagonista, se producirá una interacción a mi juicio interesante. La tortuga Antigua le permitirá a Teo encontrar “la maravilla” que hay dentro de él, que ya está, pero él ignora que la posee. “La maravilla” se oculta. Solo se trata de buscarla, de sacarla a la luz. La segunda novela trabaja con una trama relativa más a un afán aventurero en el que interviene la salvación de animales que corren peligro y, por otro lado, la introducción al universo de la ficción de un tortugo. Esta novela, publicada por la Editorial La Brujita de papel, de Buenos Aires, será lo que permita a Casalins salir al ruedo, salir del ghetto de la literatura platense y sumirse en el campo literario de Buenos Aires. Lo que importa un salto cualitativo sumamente importante para una autora “de provincias” (así nos denominan los porteños o bien "del interior", con despectiva contracción a desprestigiar poéticas de portento como la de Gabriela Casalins, perfectamente a la altura de cualquiera de las de Buenos Aires) que sin ser una ambiciosa seguramente se habrá sentido indudablemente gratificada y reconfortada de encontrar eco, tal como de hecho sí ocurrió, en Argentina en general, no solo en Buenos Aires o La Plata. También el Gobierno de Chile, la distinguió y su primera novela fue distribuida en colegios para la enseñanza primaria. De modo que este libro adquirió una proyección potente ya en términos internacionales. Se realizaron numerosos trabajos fundamentalmente en escuelas en torno de esta novela. Y ella misma fue agente de cambio trasladándose a esos ámbitos escolares, llevando la voz de una autora para que los niños supieran y conocieran que por detrás de la voz de las historias se agazapa un ser de carne y hueso. Alguien quien es la artífice de esos milagros que quedaban plasmados por escrito pero por detrás de los cuales había una imaginación que ponía en movimiento una creación así como un trabajo de un alto nivel reflexivo porque estaba interesada en focalizar su atención no en cualquier dimensión de la invención. Hay en Casalins una urdimbre entre preocupación por las prácticas de la enseñanza y el sistema educativo en general que se articula en su ficción y ello resulta tangible. Resulta legible, mejor. Resulta un trabajo, en definitiva, noble, porque pone en directa relación prácticas sociales con discursos literarios que los integra. Lo que en las circunstancias por las que atraviesa la educación requieren de un profundo sentido crítico pero también propositivo.
En la
etapa de su blog infantil “El Mono de la tinta” que modera junto con otras dos
responsables con una alta calidad de producciones publicadas, por un lado. Por
el otro, con una pluralidad de géneros literarios, mantiene una zona de la
producción que permite dar a conocer, incluso, la escritura literaria de los
propios niños, "El Mono de la tinta" se vuelve un ámbito de discusión
de ideas, de debate, un foro de
exposición de trabajos de especialistas, de difusión de propuestas sensibles,
de la inteligencia lúcida, del trabajo colectivo, de una literatura, lo
sabemos, en términos generales puesta al margen, entre paréntesis del corpus de
las poéticas nacionales. Esta me parece tarea encomiable por parte de “El Mono
de la tinta” que difunde, promueve, interroga a un tipo de discurso literario
completamente desjerarquizado que, esta vez sí, se debe manejar en ghettos:
editoriales específicas, Ferias del Libro Infantiles y Juveniles, Jornadas y
Congresos específicos en lugar de integrarse al gran concierto del corpus de
una literatura nacional. Esta penosa circunstancia, sobre la que ya he hecho
singular hincapié en numerosos trabajos preliminares, me exime de todo
desarrollo que, por otra parte, para las personas interesadas en este campo de
la producción (no solo como estudiosas o productoras literarias), resulta a
ojos vista una obviedad porque salta a los ojos.
Vale
agregar que aproximadamente entre 2000 y 2008 participé en un colectivo de
literatura con la escritura Gabriela Casalins, la escritora Adriana Coscarelli
y el escritor Luis Edgardo Soule de Diagonautas,
una experiencia virtual que consistió en el Primer Portal Literario de la
ciudad de La Plata, en formato digital, dando a conocer desde entrevistas hasta
poesía, relatos, entre otros corpus de autores y autoras de Buenos Aire y La
Plata, destacados profesionales.
¿Y qué
decir del presente histórico? Dado que mantengo una relación de amistad con la
autora no me atrevería a hacer ninguna clase de declaración en el sentido de
revelación acerca de lo que está escribiendo en este momento. Sí diría que se
encuentra profundamente cautivada y comprometida por el universo mágico de los
títeres, desde su factura material hasta la escritura de obras cortas. Lo que
importa ya sumergirse en una nueva dimensión de la creación: la escénica. He
tenido acceso a registros audiovisuales de dichas creaciones y me han parecido
de excelencia, me han impresionado vivamente, además de resultarme profundamente
conmovedoras. Remueven los entresijos del alma en el mejor sentido de la
palabra. Nada queda por fuera de esta palabra tan viva como vivaz, que se mueve
grácilmente por el universo de los significados sociales y del discurso
estético.
Entre
su larga trayectoria de un pasado como docente de Lengua y literatura graduada
en la Universidad Nacional de La Plata, en colegios de ese misma Universidad
Nacional de La Plata u otras instituciones educativas privadas, en su trabajo
como docente en institutos terciarios, Gabriela Casalins ha llevado adelante en
esta ciudad de La Plata un movimiento impetuoso que ha impulsado una renovación
desde la docencia, desde cargos directivos en escuelas secundarias, desde planes de estudio de
innovación, desde la investigación, desde la edición virtual y desde la
producción creativa en el formato libro una promoción destacable de la cultura
literaria y, con ella, enriquecido el patrimonio de nuestra ciudad de La Plata.
En tal sentido, su foco ha estado puesto siempre en la lectoescritura creativa
desde múltiples foros. De la educación a los talleres de escritura que ha
dictado. De las charlas públicas con alumnos hasta el trabajo con docentes o su
trabajo en institutos de educación por el pensamiento de naturaleza
experimental. Merece a mi juicio un reconocimiento unánime y definitivo por su
trabajo sostenido que ha debido ser compatible (esto sí quisiera dejarlo
asentado, porque lo considero tarea noble y encomiable) con responsabilidades
con una familia numerosa en lo referente a una maternidad que, me consta, ha
sido de una maternidad responsable y amorosa. Todo me resulta destacable. No
escribo estas líneas con motivo de una amistad, esto es, producto de un
compromiso adquirido de antemano, de hecho ella no sabía que yo iba a hacerlo y
fue la primera sorprendida (o, en todo caso, no solo por ello, en todo caso
porque es eso lo que me ha permitido tener acceso a la cocina de su producción
y a su trayectoria, a la recuperación y conocimiento de sus procesos creativos,
a sus cavilaciones en un intercambio frecuente y fecundo con diferencias pero
también de mucha afinidad, de mutuos consensos, de comprensión, porque si algo
la caracteriza es el pluralismo y la tolerancia). Señalaría en ella un profundo
sentido de la ética que se pone de manifiesto, naturalmente, por transposición
natural y espontánea, como sucedía, por citar un caso paradigmático, con
Liliana Bodoc, nuestro faro para todos los que escribimos con ese mismo
sentido, al universo de los textos literarios de imaginación con vistas a
principios humanistas. A concebir a la alteridad como semejante. Los principios
le importan tanto como los comienzos de las historias. Y los conflictos la
preocupan, la desasosiegan. Y los desenlaces hace lo imposible porque sean lo
más descarnados posibles en ocasiones tanto como lo más dichosos posibles en
otros casos. Dependerá del público, de la historia que esté narrando, de su
intención al narrar (si la tiene). No pretende ni idealizar ni tampoco
escandalizar ni incomodar innecesariamente al lector. Cada historia demanda una
cierta clase de tratamiento, de abordaje, se señalamiento social que no siempre
resulta grato ni tampoco resulta ejemplar en lo relativo a la felicidad. Es una
escritora que apunta a ser, ante todo veraz, pertinente y coherente con lo que
ha escrito. Una preocupada por la realidad empírica pero también atenta a la
capacidad infinita por el vuelo imaginativo. Por lo tanto, experiencia vital y
experiencia estética tendrán la misma argamasa. El mismo potente poder de
convicción porque hay ideas, hay ideales y hay un credo. Pero en toda ella hay
un principio de coherencia y afán de libertad. La imaginación furiosa, desatada
es la que, por fin, gana la partida.
La Plata, 31 de julio de 2021
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