En la biblioteca vive el Mono de la Tinta. Se esconde entre mis libros y acecha mis tinteros. Cuando cree que no lo veo, olisquea mis lapiceras. Se trepa a una pila de libros y, por sobre mi hombro, trata de adivinar qué escribo. Escucho su respiración acompasada, anhelante, mientras lee. Lo sospecho en puntas de pie, haciendo equilibrio, pero, cuando me doy vuelta, siempre desaparece.

Dos cosas le gustan sobremanera: La tinta y las historias.

El otro día, al caer el sol, me acerqué silenciosamente. Me escondí en las sombras, detrás de las cortinas. La noche avanzaba lenta como el río espeso de mis sueños.

Entonces, cuando ya casi se me cerraban los párpados, lo vi: se acercó canturreando una cancioncita pegadiza y destapó todos los tinteros en un bailecito alegre. Después, sentado sobre sus patas sacó una historia del tintero con sus dedos largos.

“Había una vez…”. Y la tinta, sangre del cuento, se deshizo en gotas negras sobre el piso, desmigajándose en mil historias de dragones, de caballeros, de batallas, y en la historia de un mono que bebe tinta, una tinta negra y brillante, como los ojos negros del Mono de la Tinta

Gabi Casalins, septiembre de 2013

viernes, 31 de julio de 2020

El Mono de la tinta visita a Espantapájaros


“Los bebés me han enseñado más sobre la lectura y la condición humana que cualquier otra población”.   Yolanda Reyes



En nuestro primer artículo, comenzamos a recorrer el mundo de las bebetecas, ahora, nos vamos a Colombia, allí  continuaremos visitando este mundo mágico pensado y creado para los pequeños lectores. Para ello nos comunicamos con  Isabel  Calderón, hija de Yolanda Reyes y una de las representantes de Espantapájaros: proyecto cultural de animación a la lectura desde el comienzo de la primera infancia.  La propuesta es viajar hasta la génesis del proyecto y revivir las inquietudes que dieron lugar al nacimiento de esta gran propuesta cultural. Y así comenzó  a contarnos la historia…

 En 1988, Carmiña y Cristina López e Irene Vasco fundaron la Librería Espantapájaros, la primera del país especializada en literatura infantil. Alrededor de la librería se conformó un equipo interdisciplinario que, además de ofrecer un acervo literario de la mejor calidad para fomentar el placer de la lectura, comenzó a preocuparse por crear una propuesta de formación de lectores. 

Así, en 1990, surgió Espantapájaros Taller, creado por Yolanda Reyes e Irene Vasco, con el propósito de ofrecer opciones para la formación literaria y artística, tanto de los niños como de los mediadores adultos –padres, madres, maestros y bibliotecarios– y de promover una pedagogía de la lectura centrada en el gusto por leer y en el fortalecimiento de los vínculos afectivos entre los libros y los niños, las familias y los maestros desde la más temprana infancia. 

Se asoma la voz de Yolanda a través de su texto La casa imaginaria y es ella misma quien define este proyecto a través de dar respuesta a una pregunta que la inquieta:



 ¿Cuándo comienza, entonces, la historia del lector? Llevo mucho intentando dar forma a esta pregunta. A través de un trabajo que conjuga la investigación y la práctica cotidiana, he visto crecer varias generaciones en el Taller Espantapájaros, un proyecto  de educación artística y literaria para la infancia. Este proyecto construido por muchas manos grandes y pequeñas, más allá de un lugar real en Bogotá, ha sido una especie de “casa imaginaria” que alberga infinidad de historias: la historia particular de cada ser humano que se va abriendo al mundo  del lenguaje y la historia compartida pues, en el fondo, todos nos inventamos a punta de palabras”.(Reyes 2007)[1]

Continúa Isabel Calderón: Mientras se alza Espantapájaros como ese lugar soñado, simultáneamente da sus primeros pasos la Revista Espantapájaros, dirigida por Cristina y Carmiña López, con el propósito de incentivar, cohesionar y divulgar el trabajo de los creadores colombianos de libros para niños –autores, ilustradores y editores–, de proponer encuentros creativos entre ellos y sus lectores y de crear nuevos contenidos dirigidos a la infancia. En ese momento en el que se consolidaban muchos nombres en el ámbito de la literatura infantil colombiana y otros comenzaban a trabajar y a hacerse conocer, la revista jugó un importante papel en la circulación y el conocimiento de esos nuevos nombres y muchas de las figuras más reconocidas de la literatura infantil colombiana actual publicaron por primera vez sus obras en esta revista.

El proyecto inicial de librería, talleres pedagógicos y revista especializada se complementó, en 1992, con el Taller de Educación Inicial, un jardín infantil centrado en la literatura y la expresión artística, que actualmente es considerado como referente para el trabajo pedagógico en primera infancia, como escenario para realizar prácticas universitarias  y como  uno de los proyectos piloto para inspirar la construcción de lineamientos de Educación Inicial en Colombia. 



Aunque el proyecto se ha ido transformando y ha evolucionado desde su fundación, las primeras intuiciones apuntaban hacia una hipótesis que ahora puede parecer obvia, pero que hace dos décadas permitía vislumbrar un camino distinto para la formación de lectores: el de considerar a los niños como lectores sensibles, críticos e interpretativos, desde antes de aprender a leer en el sentido convencional[2].  Esta hipótesis se inspiraba en el cambio de mirada sobre la lectura que entonces comenzaba a circular tímidamente y que provenía de nuevos abordajes teóricos relacionados con la idea del lector como un sujeto activo que, más allá de limitarse a extraer un significado inmutable y unívoco, desplegaba una compleja actividad psíquica para construir múltiples significados. A la luz de esos nuevos paradigmas, los lectores de cero a seis años cobraban importancia, en tanto que el desciframiento simbólico que tenía lugar desde el comienzo de la vida constituía el sustrato básico de las tareas interpretativas. Las conexiones entre la lectura y el acceso al lenguaje que comenzamos a presenciar y a documentar fueron abriendo una puerta de vaivén entre la librería, el jardín de infantes y los proyectos de formación de mediadores, lo cual nos inspiró a especializarnos en la génesis de la lectura, en los albores de la relación de los seres humanos con el lenguaje y en la primera literatura que deja huellas en la vida.



Poética y política: la construcción de un nuevo paradigma sobre infancia

La historia de Espantapájaros se enmarca entre dos fechas cruciales para el cambio de paradigma político en la concepción de  infancia. En primer lugar, la Convención de los Derechos de los Niños de 1989, aprobada por 191 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se constituyó en un hito mundial al considerar a todo niño como sujeto de derechos, superando antiguos paradigmas basados en el asistencialismo. Desde su fundación, en 1990, Espantapájaros tomó como horizonte la Convención de los Derechos de los Niños para plantear su trabajo con la infancia desde la perspectiva moderna de considerar a los niños como sujetos titulares de derechos y ciudadanos desde el comienzo de sus vidas. En concordancia con este marco internacional,  la Constitución Política de 1991, que estableció la prevalencia de los derechos de los niños  (Artículo 44) y elevó a principios constitucionales los compromisos suscritos por Colombia en la Convención de los Derechos del Niño, fue otro referente para la  fundamentación del Proyecto, en tanto que nos inspiró a buscar la garantía de los derechos y a situar la lectura y la educación inicial como pilares para hacer efectivo el derecho a la educación y a la cultura consagrados en la Carta. 
  
Asimismo Espantapájaros tiene como referente el Código de la Infancia y la Adolescencia, (Ley 1098 de 2006), en el que se establece el derecho al desarrollo integral en la primera infancia, especificando las responsabilidades de la familia, la sociedad, las instituciones y el Estado frente a ellos, (Artículo 10), para ofrecer una educación pertinente y de calidad en su Jardín Infantil y en todos sus proyectos dirigidos a la infancia.

Y así, con un dejo de nostalgia pero sabiendo que en muchos lugares de este mundo, se encuentran sitios que acunan las vivencias de muchos bebés y niños nos vamos con una cita de Yolanda Reyes:  

                                    “La historia humana parece demostrarnos, desde el comienzo, que “no sólo de pan vive el hombre”: que, más allá de estar nutridos y atendidos en el plano de lo fisiológico, necesitamos de las palabras y del afecto del que son portadoras, para sobrevivir.”[3]







[1] Yolanda Reyes. (2007).La casa imaginaria: lectura y literatura en la primera infancia. Bogotá. Norma.
[2] El subrayado es nuestro.
[3] Yolanda Reyes, op.cit.

¿Qué nos cuentan las librerías?




A veces, las revistas literarias nos centramos tanto en los textos de investigación que se nos pierde un poco la perspectiva de la calle. Por eso pedimos a varias librerías que nos contaran que libros fueron los más vendidos en la primera parte del año. Elegimos lugares donde sabemos que aman los libros, para quienes el ‘negocio’, si bien es inevitable, no es lo único que los empujan, que conocen y distinguen cada una de las obras que venden.
También somos conscientes de que este año es bastante anómalo en todo el mundo, y que no ha sido bueno para las librerías, por eso agradecemos mucho más a quiénes se tomaron el trabajo de contestarnos y elaborar una lista para nosotros.
He aquí la lista que nos enviaron los responsables de Zebras. Una pequeña librería, con un inmenso contenido, donde puedes charlar sobre libros, mientras disfrutas del olor del mar, pues se encuentra junto al Paseo Marítimo de Almería (España).


1- Cinco globos para Luna.
María José Irigaray/Inmaculada Rumí
Ed. Sol de sol
Proyecto solidario. La recaudación se donará a Bubisher (bibliotecas y bibliobús es para campamentos de refugiados saharauis)

2- ¿De qué color es un beso?
Rocío Bonilla
Ed. Algar

3- Anna Kadabra 1 El club de la luna llena
Pedro Mañas
Ed. Planeta

4- Maya y la máquina de contar cuentos
Indy García Acedo/Zuriñe Aguirre
Ed. Bookolia

5- Mortina 4 Vacaciones en el lago
Barbara Cantini
Ed. La Galera

6- Los compás escapan de la prisión
El Trollino/ Mikecraack/ Timba VK
Ed. Martínez Roca

7- La hija de Vercingetorix
Jean-Yves Ferri/ René Goscinny
Ed. Salvat

8- Paco y el rock. Libro musical
Magali Le Huche
Ed. Planeta

9- Diarios de Cereza 1 El zoo petrificado
Aurelio Neyret/Joris Chamblain
Ed. Alfaguara

10- La ovejita que vino a cenar
Steve Smallman
Ed. Beascoa

domingo, 26 de julio de 2020

Edad lectora, por ediciones Del Bonete

Hoy les acercamos este video de las chicas de Del Bonete Ediciones sobre un tema muy interesante: la edad lectora en la literatura infantil y juvenil.
Les presentamos primero a las responsables de este emprendimiento editorial de la ciudad de La Plata en Argentina. Ellas son Sofía Ramacciotti, Florencia Cassano y Belén de Larrañaga.





La editorial platense es una de las primeras de literatura infantil y juvenil en nuestra ciudad y asombran por el enfoque innovador que vienen presentando sus títulos.
Ellos son:


Les dejamos su lema editorial y la promesa de las reseñas de estos libros que abren una puerta maravillosa a la imaginación, el abandono de los prejuicios y el amor por lo bello.



Y ahora... lo prometido: Un video sobre edad lectora:





viernes, 24 de julio de 2020

Bu y el Arcoíris, por Viviana Chaparro

Hoy nos visita Viviana Chaparro, quien, además de ser maestra de música, mamá,  y estimuladora  temprana en una polifacética artista. Sus canciones e historias están ilustradas por ella misma con manos de hada. Les acercamos este precioso cuento, llamado "Bu y el arcoíris".
pero antes, los invitamos a leer la invitación que ella misma nos hace para conocer el mundo cálido y colorido de su creación:





Soy Viviana Chaparro
Nací en La Plata, Argentina. Maestra de Música y profesora de Guitarra egresada del Conservatorio de Música Gilardo Gilardi.
  Desde mis inicios en la carrera docente trabajé en el Nivel Primario y Maternal. Creé el Taller de Estimulación Musical Temprana que funcionó desde el año 2007 hasta el 2017 en la Catedral de La Plata.
Actualmente trabajo en el Nivel Primario en el Colegio del Centenario y dirijo el Jardín Maternal de IOMA.


  Mi formación como creadora se nutre de distintas aristas como la música, la literatura y la ilustración tejida.  Al fundirlas dan lugar a  mi propio lenguaje, por lo que me autodefino como artista integral.


     
Mi universo es una invitación a la niñez, bella gente que aprendí a amar desde la intimidad de la clase en las que fueron apareciendo por necesidad vital las canciones, la poesía y la creación tejida. La lana constituye la herramienta principal en mi desarrollo visual y su significado en la urdimbre de la  historia de nuestras  abuelas convoca a un público también adulto que quiere rescatar la belleza de las texturas y los tiempos  sin prisa.



      
En mi inventiva, incursiono en la creación de libros- objeto, escenarios lúdicos y personajes nacidos de mi universo poético. Muchos libros tejidos (tejidos uno por uno)  están  en manos de docentes argentinos y mexicanos deshilachando sus historias.
    Junto a mi esposo y nuestros siete hijos tengo lo que se llama una gran familia





¡CON USTEDES, BU Y EL ARCOÍRIS!
¡Que lo disfruten tanto como nosotros!









lunes, 20 de julio de 2020

Mis nietos, los cuentos y yo. Por Laura Alejandra Etcheverry


Hoy, nuestra querida Alejandra nos acerca sus impresiones de abuela y nos revela la trama secreta del maravilloso momento comunicativo entre abuelos y nietos. ¡Gracias por dejarnos asomar a esta "alquimia"! ¡Para Disfrutar!



Laura Alejandra Etcheverry nació en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos en Argentina.
Es profesora de Lengua Francesa y profesora de Filosofia y Ciencias de la Educación.

Fundó hace veintiocho años el Instituto  Eureka, Educación del Pensamiento, conjuntamente con los profesores Alfredo Palacios y Emilio Giordano en La Plata, Argentina, cuna de la formación de muchos docentes en una pedagogía única e irrepetible que intentó siempre fomentar los hábitos de indagación reflexiva en los niños y adolescentes que transitaron sus aulas.
Como ella dice de sí misma, también tiene otro título que la engrandece: "abuela".
















Mis nietos, los cuentos y yo.
Por Laura Alejandra Etcheverry


Toda mi vida laboral estuvo dedicada a los niños y a los jóvenes. En casi medio siglo de actividad como docente he convivido con niños de diferentes épocas, pero todos con un algo en común: la sorpresa frente a lo nuevo, las ganas de conocer, la urgencia para encontrar respuestas a inquietudes recién nacidas.

Un día feliz e inolvidable fui abuela y, entre los niños que desde siempre había contribuido a educar, pasaron a estar mis nietos.  Mi vida se llenó de renovadas expectativas con respecto a  los objetivos de la educación y a lo que yo podía hacer para colaborar con su formación.
Ser abuelo tiene una enorme significación, así como sentirse nieto. En esa relación, con reciprocidades que sólo sus miembros alcanzan a percibir con exactitud, burbujea todo un universo de emociones y vivencias privadísimas e inefables.
Las abuelas somos esencialmente transmisoras de la historia familiar. Contar cuentos  es una ceremonia casi secreta, en un ritual que, por la palabra, eterniza valores imperecederos de la humanidad.
Contamos cuentos como si estuviésemos abriendo la tapa de un cofre cuyo contenido, antes de tener nietos, ni siquiera sabíamos que existía. No sólo hay en el  historias diversas, sino emociones recuperadas y sentimientos renacidos. Un cofre de amor, de recuerdos, de palabras–puente cargadas de un tesoro cultural y emocional.
El paso del tiempo ha contribuido a formar en nosotros, los abuelos, una maravillosa interioridad, transmisible  por la magia de la palabra. Narrar cuentos a nuestros nietos es viajar por un territorio ilimitado en tiempo y espacio, en el que realidad y fantasía pierden sus fronteras, entremezclándose.
Cuando mis nietos piden: “Lala, ¿me contás un cuento?”  demandan en realidad que los conmueva, los emocione, los transporte, los haga soñar. Se activan todos sus sentidos, expectantes ante lo que está por venir en la historia. Y, mecidos por la música de la voz  familiar, se sumergen placenteramente en un mar de sensaciones  evocadoras.
No es tan importante el contenido del cuento, en muchos casos, como el encuentro íntimo que se produce entre quien cuenta, quien escucha y los personajes que trascienden de la ficción a la realidad en esa fusión onírica. Y se siente en ese intercambio una multitud de matices que, como fuegos artificiales, llenan de luz y color la comunicación. La abuela está ofreciendo su entrega de amor hecho palabras y el nieto la recibe con sincera fascinación conmovedora.
En un ambiente afectivo y mágico, abuelos y nietos recreamos juntos sueños, ilusiones, proyectos. Así nos emocionamos, reímos, sufrimos o gozamos, nos encantamos  con las aventuras de personajes que cobran vida, saliéndose de su universo para entrar definitivamente al nuestro, ese rincón tibio donde no hay imposibles… Basta con unos almohadones  mullidos, la falda de la abuela, un sillón que se hamaque y la voz acariciadora contando cuentos. ¡El universo ya está completo!
Esa alquimia que se lleva a cabo en conjunto, hace que con frecuencia no reconozcamos nuestra propia voz en los cuentos. Es que se han incorporado al tapiz de la narración elementos del mundo infantil que nos sorprenden y nos enriquecen. Estamos lejos de ellos en edad, pero tan cerca de su infancia en los sueños…
Acercarse a los niños para contarles cuentos es más que un acto de cariño y entrega, que les muestra cuánto los queremos y  valoramos. Tiene además la importancia de poder despertar en ellos el amor por la lectura, las ganas de ir más allá de las letras de un texto, descifrándolo para descubrir sus encantos y secretos en busca de respuestas a las preguntas que surgen de su curiosidad desbordante.
Es una labor gratificante, es una obra social y educativa. Es una obra de amor.





martes, 14 de julio de 2020

Quelona

Si hay textos que nunca dejan de atraer son los mitos.
Cuando el mundo era niño y joven, los mitos sirvieron para explicar por qué existen las estaciones, o por qué hay rayos, temas muy transcendentales como la vida y la muerte, o simplemente, cómo aparecieron las arañas o cómo se originó el vino. Quizás muchas de las adaptaciones han perdido su vinculación con la religión y el pensamiento, pero el mensaje sigue vigente. Incluso, aparecen nuevos mensajes, muchas veces incorporados por el propio adaptador.
Este mito que vamos a contar ahora, no es de los más conocidos, pertenece al ciclo en los que participan los grandes dioses olímpicos, aunque sea en un segundo plano. Pertenece a una antología en la que los propios protagonistas nos cuentan qué les sucedió, Con voz propia.
Quelona era una ninfa griega y ella misma nos narra su historia, a través de Inmaculada Manzanares.
El texto, ya lo sabe ella, está dedicado a Gabi Casalins, recordando a Antigua Pasolento.

Quelona

Yo una vez fui joven y bella, no es que esas dos cualidades tengan que coincidir siempre, pero en mi caso, sí era así. Es más, cuando yo era joven y bella, todo era joven y bello. El mundo era fresco y radiante. Las ninfas corríamos por el bosque, saltábamos en las praderas y jugueteábamos en los reflejos azules de los lagos.

Junto a uno de esos lagos estaba mi cabaña hecha de piedras, con cuatro pequeñas ventanas redondas y con techo de paja. Era suficiente para mí. No me gustaban los lujos ni me maravillaban las ostentaciones de poder y fama que hacían los dioses cuando visitaban nuestras tierras. Evitaba las fanfarrias de los sátiros detrás de Pan. Algunas de mis compañeras decían a mis espaldas: “Mirad, ahí va la engreída Quelona, ¿quién pensará que es? Cree que está por encima de todas nosotras, que es superior a los dioses, ¡pobre infeliz!”

Se equivocaban, no era engreimiento por mi parte; simplemente, yo era dichosa con mi vida sencilla y tranquila. Respetaba a los dioses, aun, después de lo que me hicieron, sigo respetándolos. Pero, en mi bosque, en mi trozo de tierra junto al lago, en mi casa estaba todo lo que yo quería.
Era feliz.
Un día todo cambió.

En el bosque se extendió la noticia. Los sátiros se lo contaban a todos, las ninfas reían hablando de qué vestido llevarían, de las flores, de cómo iría vestida la novia, porque de eso se trataba. Iba a haber una boda. Zeus se casaba con Hera. A mí, personalmente, me parecía una fiesta innecesaria, ¿es que Hera no conocía a Zeus? Llevaban años, ¿qué digo años?, ¡siglos terrestres!, juntos, y, desde el primer momento, él le fue infiel. Pero los dioses del Olimpo aprovechan cualquier circunstancia para festejar, para mostrarles a todos sus riquezas, sus poderes. Desde el primer momento me hice la despistada, como si no me hubiera enterado de nada.

Zeus pidió que todos los seres vivientes fuéramos al enlace, no quería que hubiera duda de que se casaba, quería que todos le rindiéramos pleitesía por aquel motivo. Envió la invitación a todos. Hermes, el mensajero, fue uno por uno recordándole que tenía que asistir porque esa era la voluntad del dios de dioses.

Y llegó hasta mi cabaña, yo me escondí, me metí dentro, no quería ser invitada para no tener que rehusar. “¡Quelona, Quelona, no te escondas! ¡Sé que estás ahí! ¡Te traigo la invitación para la boda de mis divinos padres!”
“No, no iré, no me gusta salir de casa, no me gustan las fiestas de los dioses, quiero seguir viviendo tranquila con mi sencilla vida”
Hermes hizo un gesto de asombro, pero tenía mucho trabajo aquella mañana, se limitó a decirme “Allá tú.”

El día señalado, el bosque quedó en silencio, hasta los pájaros habían ido al Olimpo. Yo, en mi casa, estaba a gusto, aproveché para limpiar el jardín, regar las flores. El día era luminoso, al fin y al cabo, se casaban Zeus y Hera, no podría ser de otro modo. No lo hubieran permitido los dioses.
Entré para algo, ya ni recuerdo qué. De pronto, escuché la voz. Creo que se escuchó en toda la Tierra. “¡Quelonaaaaaaa! ¿Te atreves a desobedecerme? ¿Acaso no me respetas?” Asomé, apenas, la cabeza por la puerta, con más miedo que otra cosa, sabía perfectamente de quién era esa voz.
“Zeus -dije casi en un murmullo- no es porque no te respete que no haya ido a tu boda, es porque estoy tan cómoda, estoy tan feliz cuando me quedo en casa…”
No terminé la frase, porque aquella voz no dejó que siguiera: “¿Estás cómoda en tu casa?, ¿estás feliz en ella?, ¿no quieres salir de esa cabaña de piedra? ¡Bien! Hoy es día de fiesta, ¡te concederé tu deseo! No vas a salir nunca más… A donde vayas te acompañará.”

¿Mi deseo? ¿Qué deseo? Ni tiempo me dio para decirle que yo no había deseado nada, sólo había dicho que estaba feliz en mi casa, que no necesitaba salir a buscar la felicidad fuera… Empecé a sentir que mis piernas se agarrotaban, y mis dedos se volvían garras, mis brazos y mis piernas salieron por las ventanas, mi cuello se alargaba y mis ojos se volvían saltones. Cuando intenté moverme, noté el peso de la cabaña sobre mis hombros, y toda ella se movió conmigo. Poco a poco, de forma pausada pude avanzar un paso y otro, pero ya no pude correr más, ni saltar, mi casa me lo impedía.

Ahora soy esta, la tortuga que estáis viendo ahí, en el terrario del zoo.


La lección de August de Raquel Palacio

Julia Labadie, una estudiante de secundaria, de 14 años, hispanoargentina, como esta revista, de origen platense y que reside actualmente en Granada, nos habla de La lección de  August, una de sus novelas favoritas.

Presentación
Les voy a comentar el libro "La lección de August", que forma parte de la saga de "Wonder"

Autor
 La autora de este libro es Raquel Palacio, una escritora estadounidense descendiente de colombianos. Escribe novelas juveniles.

Sinopsis
 El libro cuenta la complicada vida de August, un niño normal con una familia normal.

Aunque hay algo que lo hace un poco diferente: nació con Síndrome de Treacher Collins, un trastorno genético caracterizado por malformaciones craneofaciales, haciendo así que se convierta en motivo de burlas constantes para los otros niños.

 Pronto tendrá que dejar la educación en casa para asistir a su primer año de secundaria presencial, y deberá afrontar a todos aquellos que se ríen de su condición.

¿Podrá August aceptarse a sí mismo, tal y como es, sin depender de lo que los demás digan?

Opinión
 Me encantó. Es un libro muy entretenido, donde se podrá conocer no solamente la perspectiva del protagonista, si no que también la de su hermana, la de sus compañeros de clase, la de sus padres, etc. Cada uno tiene un espacio donde contarán como se sienten respecto a cada situación que surge.

 No solamente se tocan temas de bullying y superación personal, si no también otras problemáticas que se van presentando en la historia.

 Puedes fácilmente entender e identificarte con cada personaje. No exageran sus actitudes, pues cada uno es así con una razón justa y poco forzada.

 Hay muchísimos momentos de reflexión a medida que vas leyendo. Totalmente recomendado.


miércoles, 8 de julio de 2020

El árbol de lilas




El cuento que hoy narramos es de María Teresa Andruetto, una escritora argentina de literatura infantil y juvenil (aunque también escribe para adultos), sus obras son leídas tanto por chicos como por grandes, sabe atraparnos con su palabra y ha sido reconocida con diferentes premios y reconocimientos, entre otros, el Hans Christian Andersen de Literatura Infantil y Juvenil, en el 2012.
Premios aparte, la forma de contar de Andruetto es tranquila y profunda, sus palabras son claras, su estilo llano, sin olvidar que escribe literatura, y sus temas son universales.

En el año 2006 nos dejó El árbol de Lilas. Un cuento peculiar que presenta  una historia en tres fases: Primero, Él espera, impregnándose del aroma de las lilas. En el segundo paso, Ella sale de su casa, lo ve, y sigue su camino, buscando. Esta búsqueda la llevará por todo el mundo, hasta que, en el tercer momento, alguien le dice que a quien busca está en una plaza, bajo un árbol de lilas. Ella vuelve al principio de su camino y él sigue esperando. El recorrido de la historia, como el de Ella, es circular. Andruetto nos devuelve al punto geográfico desde el que partió.

Posiblemente, podríamos pensar en el papel activo de la mujer, su poder y su actitud de lucha, frente al papel pasivo del hombre que simplemente espera y opta por la inacción y hacer una lectura de oposición de lo femenino y de lo masculino; por supuesto, no nos vamos a conformar con esta primera visión. Hay más en este cuento.

Sin duda es una historia de amor, nadie lo duda, pero también nos muestra dos formas de ver el futuro, de alcanzar lo que se desea. Por un lado, Él espera, no es una espera sumisa, tiene su precio, prefiere esperar a conseguir bienes, prefiere esperar a enamorar a otra que no es la que está en su destino, prefiere esperar a jugar, y, en fin, prefiere esperar a ser feliz, como le dice a su madre. Son muchas cosas las que están en juego en esa espera. En este periodo, crece y madura.
Y, frente a la espera, la acción de Ella. El objetivo es el mismo, la forma de conseguirlo es diferente: Ella no puede quedarse quieta, cruza la plaza y lo ve, porque luego lo recuerda, pero, pese a esto, sigue andando, y va al Este, al Oeste, al Norte y al Sur, hasta que una voz, exterior (¿o es interior?), le dice que lo que ella busca estaba al principio del camino, y, sin dudarlo, vuelve al origen. No es una búsqueda inútil, también ella ha aprendido, ha crecido. Ahora sí está preparada.
El aroma y el marco de las flores de lilas no es casual. Las lilas representan la primavera, el amor, el nacimiento de algo nuevo. Y eso es lo que está en el destino de ambos personajes: la espera y la búsqueda son las bases para algo nuevo.
La historia y el mensaje están magníficamente bien representados con las ilustraciones de Liliana Menéndez.




lunes, 6 de julio de 2020

“Adela Basch: de la invención a la realización” por Adrián Ferrero

 Hoy Adrián Ferrero nos trae de la mano a  la escritora y editora Adela Basch y se asoma a la ventana siempre abierta de su inmensa creatividad. Para hacerle los honores y darle la bienvenida la recibimos en verso:  ¡Como una brisa fresca y cantarina, con ustedes, esta  magna autora argentina!





“Adela Basch: de la invención a la realización”
por Adrián Ferrero

     Vamos por partes. Adela Basch (Bs. As., 1946), ha focalizado su producción literaria en torno del campo de la literatura infantil, especialmente la dramaturgia (oficio infrecuente por cierto), pero también es narradora y poeta. Y en el área de la literatura para adultos ha dado a conocer dos refinados poemarios acompañados de fotografías, bajo la forma de libros/objeto, con imágenes de Silvia Sergi. Entre muchos otros, ha recibido el Premio Nacional Latinoamericano La Hormiguita Viajera “Maestro Latinoamericano de literatura infantil y juvenil” (2015), Premio Konex Diploma al Mérito categoría literatura infantil (2014), Primer Premio Municipal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2012), Premio Pregonero de Honor otorgado por la Fundación El Libro (2010). De entre sus libros traducidos podemos nombrar, entre otros, Conoce a José de San Martín, Miami, Alfaguara, EE.UU., en edición bilingüe (2012). Conoce a/Get to know José de San Martin. Miami, Florida, Santillana Doral (2014), Mi abuela habla español. Bogotá, Ed. Panamericana, Colección bilingüe (2007) y O planeta dos alfenjios. San Pablo, Livros do Tatu (Brasil), 1991. Su corpus édito comprende 123 títulos.
     En lo referido a su producción literaria infantil es posible detectar que una parte de ella dialoga de modo elocuente con la Historia, fundamentalmente con la argentina y la latinoamericana. Ello es indicador en primer lugar una tendencia, una impronta de arraigo y de compromiso. En segundo lugar la inscripción en una tradición literaria. Y en tercer lugar una toma de posición respecto de cuáles serán los marcos de referencia a partir de los cuales se desplazará su proyecto creador, pero particularmente algunas opciones desde el plano ideológico, punto que en caso de Adela Basch no es menor. Tiene piezas de dramaturgia sobre próceres que fueron líderes en las luchas por las gestas de la emancipación de la Corona Española. Otros que contribuyeron a la unificación del territorio. Y en  una de sus obras aborda el viaje de Colón a tierras americanas en clave humorística y paródica. Respecto de esa obra, Colón agarra viaje a toda costa (1992), diera toda la impresión de que luego habrá toma de distancia de figuras emblemáticas del panteón de España. Otro tanto ocurrirá con su primera obra de teatro Abran cancha que acá viene Don Quijote de la Mancha (1990).
En clave paródica (e irónica) una vez más, hay apropiación y toma de distancia, simultáneamente. Apropiación productiva, porque el clásico español y la figura de Colón son empleados como matrices que se proyectan creativamente para dar lugar a una obra que en segundo grado se posiciona a la vez respecto no necesariamente desde la disputa pero sí desde una actitud desafiante porque una latinoamericana como Basch se sirve de ella a su antojo para la producción de sus propias obras sin pedir permiso. Para colmo la transpone a otro género literario. En segundo término se concentra selectivamente solo en las escenas de la novela de Cervantes que considera sustanciales para su proyecto. También se permite antologar las partes que le interesan y prescindir de otras. Pero al mismo tiempo se tratará de un trabajo en primer lugar que al clásico por excelencia de la lengua española lo burla en una pulseada de igual de igual. Basch no  se arredra por siglos de veneración hacia esa monumental novela. Podríamos decir que Basch es atrevida. Sin ser irrespetuosa sí es transgresora. Si bien en el Quijote no podría afirmase con seriedad que no exista el humor, sí agregaría que en la pieza de Basch ese humor se potencia y se lleva al colmo de lo desopilante y del disparate. Esto es: se exasperan ciertos recursos del texto fuente (el de Cervantes) en los rasgos compositivos del texto meta (el de Basch) luego de esa operación. Rasgos que no comparte con la obra de Cervantes en un sentido pleno. Si bien puede adherir a algunos de sus principios. Lo cierto es que hay aquí toma de partido, torsión a todas luces visible entre el clásico oficial y una pieza latinoamericana, del siglo XX, escrita por una mujer desde un país que fuera colonia de esa metrópoli.
     Habrá apropiación de escenas, momentos, personajes, pero también se tomará de la extensa novela solo los episodios que ella considera que son funcionales a su producción literaria tal como le interesa sea concebida. No solo por una cuestión de extensión sino porque el Quijote narra partes que pueden no resultarle atractivas para ser reescritas en el marco de otros género y para otro público. Y este intertexto explícito respecto del clásico español sí importa una lectura que atrae para el dominio de la literatura infantil desacralizadoramente un libro empapado de la solemnidad de siglos de arduos y sesudos tratados que lo han interpretado. De ser objeto de adoración. De ser emblemático de una nación que no ha sido benefactora precisamente de Argentina pero mal que nos pese hemos heredado su lengua. De modo que actualizando algunos fragmentos de la fábula, se le confiere vigencia pero también hay un desvío hacia otro campo de la producción literaria, para otro público. No solo habrá parodia, ironía sino que también habrá una operación creativa que orienta a este interxto hacia otra clase de lectorado además de otra clase de discurso. Habrá una transposición literaria en varios sentidos. Esto es: de un campo de la producción (y de la alta cultura) hacia un campo de la producción literaria considerado “menor” incluso por las instituciones que estudian la lengua española. De modo que la literatura infantil, en una operación de legitimación frente al poder avasallante de estos clásicos poderosos los toma por asalto (como lo hará también con la Odisea)
y sin jactancias se apoderará de la cantera de inspiración que puede tomarse de  él. Eso sí: declara y no disfraza la fuente ni menos aún se deja amedrentar por un poder de cientos de decenas de años en los que ese clásico ha sido revisado por operaciones deconstructivas. 
     Este inteligente desvío de Basch también realiza otra intervención interesante. Porque colma de prestigio y promueve la curiosidad del lector acerca de cuál es el contenido de ese libro que aborda personajes de los que él tanto ha oído hablar pero poco o nada seguramente ha leído en su versión original. Esta pieza de Adela Basch que, ella me lo refirió, fue la primera que escribió, resulta tan cautivante como desopilante. Por otro lado, hace sistema con la obra de teatro sobre Colón, quien es un figura de entre los próceres esta vez españoles por haber descubierto ese espacio territorial que luego anexarían como colonia en tanto que país imperialista. Curiosamente, también aquí la producción de Basch dialoga consigo misma, esto es, intratextualmente, y con la Historia, porque todas las piezas en torno de la emancipación americana y la reivindicación de los pueblos originarios resulta paradigmática en su producción teatral. Como coloquio que no entra en contradicción pero sí entra en un sistema de revisión de puntos de vista que probablemente la propia Basch haya ido realizando en el seno de su proyecto creador siguiendo compases que detecta necesitaban ser reformulados según otros términos. Muy en particular si el referente más nítido es un conquistador. Y tampoco necesariamente de modo demasiado consciente. Se trata de manifestaciones que entran en colisión según un sistema de versiones de la Historia, con la cultura oficial de la cual el Quijote es una figura paradigmática. Se trata de una personalidad y de una producción literaria ejemplar además de aleccionadora para esa nación central. Su pieza clave en el canon. De modo que tomar por asalto mediante sendas piezas teatrales a figuras de existencia constatable y o bien al clásico de su nación resulta una operación que claramente subvierte la relación entre literaturas centrales y literaturas de la periferia. Esta apropiación de capital simbólico de la metrópoli es un trabajo de negociación mediante el cual el préstamo o apropiación, como dije, es de naturaleza selectiva. En este sentido, se manifiesta como una autora con un gran poder de determinación y coraje para afrontar por estos días la posteridad de un coloso de la cultura literaria de Occidente. El que la Real Academia Española decretó es la obra de mayor excelencia en nuestro idioma. Cervantes sería algo así como el gran Padre Textual de la literatura en lengua española. De modo que retomarlo desde estos márgenes que acabo de citar importa una serie de estrategias mediante las cuales Basch se planta frente a la tradición.
     Todo otro sector de la producción de Basch abordará la etapa de la revolución de mayo desde su ubicación en el Virreinato del Río de La Plata en la ciudad de Buenos Aires. Desde allí, en clave nuevamente humorística, con pinceladas certeras, se plasman estilos de vida, costumbres, ideologías, pero también se narra mediante escenas típicas la revolución vista desde el punto de vista de los dominados, de los habitantes de la colonia. Adela Basch nos hace conocer el contexto dentro del cual se produjo la emancipación de la colonia a través de pintar la aldea. Un caso paradigmático sería Las empanadas criollas son una joya, de 2012.
     Nación dominadora y espacio dominado será la dicotomía que ocupará a Adela Basch a lo largo de buena parte de su corpus. Recuperando también la figura de una mujer como Juana Azurduy, la guerrera de la independencia en su lucha en el frente de batalla contra los realistas, de forma inevitable también realiza una revisión desde el género del lugar asignado a la mujer en el seno de la sociedad patriarcal en ese y en otros momentos de la Historia. La obra de Basch en la que aborda esta figura es Juana, la intrépida capitana (2016).
     Un grupo nada desdeñable ni por su profusión ni por sus atributos de la producción de Adela Basch entabla otra clase de diálogo: con los clásicos tradicionales infantiles (La historia de Cenicienta tal como me la contaron a mí). Nuevamente el juego o el trabajo de corrosión literaria con las versiones oficiales y las versiones desacralizadoras o bien que ponen en cuestión estereotipos, clichés y roles en todos los planos de la representación. Nuevamente una cara parodiante (la desopilante y con desparpajo) y la parodiada (el cuento de Cenicienta tal como lo conocemos desde hace siglos. Este trabajo en torno de la tradición lo pone todo en cuestión y trabaja en clave crítica mediante operaciones reveladoras de que la escritura es capaz de reescrituras y revisiones. Por otra parte, deja a las claras que ciertas antinomias pueden disolverse.
     Hay en otras ficciones narrativas o bien personajes capturados por los medios de comunicación masiva que están obnubilados por ciertas representaciones sociales que hacen circular esos medios respecto del orden de lo real o incluso de lo imaginario, de las cuales los espectadores quedan cautivos, en  una circularidad paralizante (el cuento Edelmira la tele).
Al salir de la escena mediática hacia el exterior del mundo por distintas motivaciones, la contemplación de ese universo natural, empírico, provoca fascinación, deslumbramiento pero porque antes hubo descubrimiento de la maravilla. Estas nuevas condiciones son el producto que supone el contacto con un espacio novedoso, desconocido y también renovador respecto del modo como se concebía antes al  mundo. De modo que se produce un cotejo entre ese mundo de antaño, en el cual el sujeto permanecía adormecido, atontado, alienado, y este presente histórico en el que el sol radiante lo hace desperezarse al mundo.
     En otras narraciones, en cambio, las operaciones creativas consisten en el trabajo con personajes que salen de espacios cerrados dentro de los cuales han estado confinados por pertenecer a una comunidad (como una abeja a una colmena, en La abeja que no era ni joven ni vieja).
Esos personajes echan a rodar mundo y luego de encuentros más o menos fugaces con otros de su misma naturaleza pero no de su misma especie, también se asoman a un contexto que desconocían. Este nuevo mundo, si así se quiere, pone en crisis, agrieta, la situación de encierro naturalizada, activa la posibilidad del juego, dispara el intercambio enriquecedor con la alteridad, pero también imprime asombro en los personajes luego de un encierro que también configura un cierto ghetto de pares, que creían definitivo. Nuevas puertas se abren, nuevas perspectivas a la vida de estos animales que claramente abren los ojos a los niños para pensarse como sujetos libres, curiosos del entorno y de la naturaleza son desplegadas por Basch en ficciones con ilustraciones, por otra parte, atractivas.
     La permanente escritura y reescritura desde el humor, el juego con los significantes, las búsquedas y hallazgos con y en el lenguaje, los juegos de palabras, las adivinanzas, la sonoridad, recuperan una mirada sobre la lengua que la manipula a los efectos de volverla también cautivante para el público infantil. Ya no se trata, por otro lado, de tropos o recursos puntuales. Ya podríamos hablar de una poética definida en esos términos. De una búsqueda obstinada por indagar en las infinitas posibilidades expresivas que permite la escritura literaria. Es así como Basch logra verdaderos hallazgos en el orden de la relación entre escritura y habla (muy en particular en el teatro). Eso por un lado. Por el otro, en una clara crítica a la economía de la representación del discurso literario de la solemnidad (regreso a los clásicos) toma distancia de ellos. Su abordaje del discurso literario correrá en buena medida por el sendero del lenguaje como recurso lúdico. Si nos remontamos a tiempos remotos el trabajo con la sonoridad no resulta una novedad. Tampoco en la poesía. Quiero decir: la literatura, en particular la poesía, siempre trabajó la rima. Autores como Góngora, son un caso paradigmático. Pero desde lo lúdico y en el campo de las poéticas infantiles,  Adela Basch pone el acento en esta dimensión, quizás, sí presente en Argentina en María Walsh.
    Esto no es sinónimo de que su literatura no deba ser tomada en serio. Diría que más bien todo lo contrario. Esta dimensión del juego que se enmarca entre muchos otros procedimientos (si bien es la dominante) la leo como una revisión de la literatura seria que no está dispuesta a pensarse de otro modo más que el de una sola manera de abordar la literatura en relación con el orden de lo social, es decir, desde el punto de vista comunicativo. Por otro lado, Basch experimenta con lo imprevisible, lo inesperado, lo sorprendente. De las dos caras del teatro, está claro que Adela Basch ha elegido la de la comedia. Pero tampoco se ha ajustado a ella en su dimensión más estricta. Sencillamente porque al haber orientado su producción hacia el público infantil, también cabría recordar que la comedia en versión más estricta y canónica fue concebida originariamente como una especie dentro del teatro consagrada al humor  para adultos. La literatura de Adela Basch de modo inclusivo pero también una vez más desafiante acerca problemáticas de la Historia, de los mitos o bien de los géneros que solo parecían patrimonio de los adultos. Revisa el canon de igual a igual sin por ello amedrentarse, incluso pese a reescrituras previas, como las de James Joyce respecto de la La Odisea, entre otras. Basch en un punto, disputa. No lo hace en términos belicosos. Pero en los hechos acude de modo contundente a una serie de intervenciones sobre esos textos fuente hasta llegar a sus textos meta que también son una reflexión acerca del poder que los clásicos portan de sagrado. Esos clásicos pueden ser también accesibles a partir de nuevas claves o versiones para aportar de modo enriquecedor entretenimiento inteligente. Por otro lado, Basch pone al alcance del lector infantil obras que de otro modo le resultarían al niño tediosas.
     Todo este conjunto de operaciones complejas y selectivas de contenidos llama a la reflexión. Estamos en primer lugar ante un proyecto creador en permanente autocrítica porque resulta evidente que si bien está la constante (este punto resulta evidente) de un llamado urgente a evitar las sujeciones, las dominaciones, las represiones y toda forma de cautividad (también en el seno del lenguaje, del cual uno puede quedar entrampado), hay un llamado a la libertad subjetiva. A evitar el atontamiento en que nos sumen los medios, los discursos unívocos, los recorridos lineales, las zonas de la experiencia social que no permiten la emancipación del sujeto infantil sino su aprisionamiento que en ocasiones se disfraza de sospechosos y tramposos cuidados. Precauciones completamente innecesarias que en verdad terminan por anular la capacidad imaginativa y creativa del niño.
     Entre una lengua literaria que llama a una nueva clase de comunicación y de comunión con el semejante. Y una serie de temas que nos interpelan tanto a adultos como a niños a transgredir protocolos, a jugar con la irreverencia y un espíritu libertario, la poética de Adela Basch no consiente que el público infantil sea un público sumiso. Su discurso literario es polifónico porque respeta toda una serie de lectos de grupo y diálogos entre estadios de lenguaje, presentes y pasados. Y desde el punto de vista de la toma de partido respecto de cómo afrontar la vida, el humor convengamos que tiende a desdramatizar toda situación trágica o dolorosa. De modo que en su caso, como en otros, el niño y la niña no están expuestos a situaciones intolerables planteadas en términos serios. Compensativamente, también la poética de Adela Basch  es reparatoria. Al lenguaje standard de los medios y los estereotipos propone revisarlo mediante un tipo de discurso rico en tropos que cuestionan la instrumentalidad del discurso cotidiano, que es puesto en cuestión y se  propone a cambio un discurso proliferante de significantes que hacen perder la orientación a alguien acostumbrado a una lectura convencional del discurso literario.
     Estamos ante una creadora por sobre todo libertaria. Respetuosa de los modales y de una posición contemporizadora, no existe la representación de la violencia sino en todo caso la representación de un conjunto de figuras que han sido víctimas del poder avasallante. Basch, desde una perspectiva crítica pero que neutraliza toda confrontación sí representa las escenas de la rebelión pintándolas como escenas paródicas. La violencia es puesta de manifiesto sin necesidad de ser puesta en escena. No hay en ellas sanguinarios derramamientos de sangre (salvo alguna excepción con muñecos) si bien los sujetos infantiles desde la imaginación receptiva pueden sospechar o intuir por experiencias previas escenas de ese tenor.
     El trabajo entonces resulta sutil. Entre la mirada de quien asiste al mundo sin concesiones y esa escritora que sin renunciar a la rebelión realiza operaciones de negociación con el poder para no caer en la trampa de la exclusión o la expulsión, Basch urde sus tretas.
     Pero toda esa relectura del pasado (histórico, literario, canónico, tradicional, del presente histórico inclusive como los medios de comunicación) presenta a una autora atenta al mundo en el que vive. Atenta a educar niños y niñas con espíritu de realización sin estar bajo el yugo de ninguna tutela que inhiba sus capacidades ni sus iniciativas. Alerta a toda clase impedimento que pueda reprimir o perturbar a esa infancia por la que vela.
     Me parece que hay entonces una ética de la escritura que se proyecta en el cuidado de la alteridad considerada del prójimo considerado como semejante. Y una ética de la escritura que se manifiesta en la escritura misma. Realizada con honestidad intelectual, invita a lo mismo y el salto de la invención a la realización.