viernes, 15 de mayo de 2020

El sueño y la muerte hermanados en un cuento







Un  cuento es una casa de palabras, un refugio frente a las angustias que provocan las incertidumbres de la vida.
Juan Garzo en Una casa de palabras[1].

El sueño  y la muerte hermanados en un cuento
Estos días de situaciones de encierro nos recuerdan a otros días en otros años de otros tiempos y de otras pestes, de angustias, de miedos. Pero el hombre siempre encontró válvulas de escape y de eso da cuenta la literatura universal: Bocaccio, Chaucer, escritores de posguerras  y tantos otros regalaron a un mundo en plena orfandad sus tesoros más valiosos,  hechos de palabras.
Hoy traemos a nuestra página, la presencia de  un personaje especial de los cuentos de hadas: La bella durmiente del bosque. Los Hermanos Grimm y Perrault fueron quienes proyectaron la figura de esta princesa a lo largo del tiempo y a través de diferentes geografías.
Hoy el Mono de la tinta, nos trae a la Bella durmiente, a través de la mirada de la poeta chilena Gabriela Mistral: La princesa será herida, / mas por gracia del Señor,/ va a dormirse por cien años, hasta la hora del amor[2]. Haciendo uso de una cadencia musical de versos octosílabos, la escritora nos introduce una vez más en el palacio de unos reyes de “Hace tantos, tantos años / que imposible es el contar”  en el que se festeja la llegada de la vida. Pero la vida también tiene su contracara. El mundo de la princesa se ha dormido: Para que cuando despierte / no se llene de terror, que se duerma el mundo todo / al callar su corazón. Recorremos así la obra para detenernos en este otro personaje que está agazapado esperando su momento: el sueño.
La presencia de la muerte vinculada con el sueño es otro eje que mueve al hombre dentro de la literatura. Desde Homero hasta nuestros días, la literatura recoge la visión del sueño como hermano de la muerte. La princesa dormirá o morirá hasta que un beso apasionado la despierte: Y él se inclina hacia el semblante/ (ya ni puede respirar)./ Y su boca besa la otra, / pálida de eternidad,/ y las rosas de la vida/ entreabriendo suaves van…/  Y los párpados se alzan, / ¡qué pesados de soñar!,/ y los labios desabrochan/ y diciendo lentos van:/ -¿Por qué tanto te tardaste,/ ¡oh, mi príncipe! en llegar?[3]
En la muerte como en el sueño, el tiempo se detiene. En esa  ucronía, el devenir de los sucesos genera nostalgia e incertidumbre en el lector: ¿qué hubiese pasado si la Bella Durmiente no hubiese despertado jamás? O si el príncipe no hubiese  llegado a dar el beso que la salvó de los brazos del olvido?  Y qué habrá  pasado con el Hada fea, turba fiestas, rompedora de canción?
Una vez más, Cronos intenta apoderarse de la vida y de la muerte de los personajes literarios y como en tantas otras historias desde las épocas más remotas, el amor ha burlado a la muerte.







[1] Garzo, Gustavo Martín (2013) Una casa de palabras. (Página 9) España. Océano.
[2] Gabriela Mistral (2017) La Bella Durmiente del Bosque. Chile. Amanauta.
[3] Gabriela Mistral (2017) La Bella Durmiente del Bosque. Chile. Amanauta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario