Los hijos de J.R. Tolkien recibieron cartas del Papá Noel durante toda su infancia.
miércoles, 23 de diciembre de 2020
El mono lee las Cartas de Papá Noel de J.R. Tolkien
sábado, 5 de diciembre de 2020
La pedagogía de la palabra
¿Recuerdas que puedes usar las palabras como
un cuchillo? También las puedes convertir en una flor.
Elia Barceló en El almacén de las palabras terribles.
EDELVIVES
En estos días, como en tantos
otros, las palabras circulan, nos envuelven, algunas veces nos cobijan otra
veces nos arrojan a una realidad que no siempre es benévola con nuestra
humanidad. La literatura se ha hecho eco de esta necesidad del hombre de
transcender a través de las palabras. Gianni Rodari en su Gramática de la Fantasía, nos invita, a través de una comparación,
a meditar sobre la circularidad de la palabra. A observar que al igual que una piedra que es arrojada en el
agua genera círculos concéntricos que devienen en un movimiento espontáneo,
así también la palabra genera en nosotros otros movimientos que dan vitalidad
al alma o la cierran entre llaves para protegerse y no sufrir. El gran poeta
Vicente Huidobro en su Poética nos dice: cuida
tu palabra, el adjetivo que no da vida, mata. Tan claro como contundente.
Elia Barceló nos recuerda el
poder de la palabra a través de la comparación de la palabra con un cuchillo.
Qué fuerte, tal vez piensa el lector. Si pudiéramos comprender verdaderamente
el poder que tiene el lenguaje, la tristeza o la alegría que se genera cuando
emitimos determinados términos: flor, amor, amistad, dolor, pasión, o quizá
cuando emitimos algún insulto, creo que daríamos un gran paso hacia el
verdadero humanismo. Entender que con la palabra se construye y que con ella también
se destruye, es un hallazgo que sería importante poner en práctica.
Y es así que El
almacén de las palabras terribles, nos lleva a plantearnos en nuestra
cotidianeidad las palabras que decimos, las que omitimos o las que olvidamos
decir. Y yo me pregunto y les pregunto
¿dónde quedan esos adjetivos no dichos? ¿En qué cofre guardamos las palabras
soñadas y hasta las que aún no han sido inventadas?
Talia, Ana, Miguel, Diego, Pedro,
Fernando, Elena, Jaime, Yolanda, las enfermeras, los médicos; todos estos
personajes de la novela, tienen algo para decir: …”Dentro de la cajita plana se movían perezosamente, unos puntos
brillantes, como insectos diminutos hechos de piedras preciosas.
-¿Las ves? Ahí están. Vivas. Activas. Despiertas.
-¿Esas son palabras? –preguntó Talia,
fascinada por el movimiento y el color- ¿Tan bonitas?
-Las palabras humanas, aunque imperfectas, son siempre hermosas, Talia.
-Y ¿por qué duelen tanto?
El juego con el tiempo y el espacio se divide en dos dimensiones: aquí y allí. La vida de cada uno de los personajes se ciñe a un pasado, a un presente y un futuro. Pero para transitar hacia ese futuro, hay que ser consciente de lo dicho y de lo omitido. Hay que hacer carne las palabras emitidas y enunciar los vocablos guardados.
El discurso de lo dicho y de lo
no dicho nos recorre como seres humanos. Para algunos de los personajes de la
novela hay una segunda oportunidad: la de evaluar lo dicho e ir en busca de
palabras que construyan otra relación entre las personas que habitan su mundo;
para otros ni siquiera hay un momento de reflexión para analizar los actos que
han realizado y los dolores que han
generado: … “No sabía cómo decirlo. ¿Las palabras “se mataban”, se “borraban”,
se “desactivaban”?
-¿Quieres conocer el efecto de tus palabras?
La pregunta habías sido hecha en el mismo tono neutro que todo lo que
había dicho su guía hasta el momento, pero de algún modo, Talia tuvo la
sensación de que era una pregunta importante, de que su respuesta dependería el
resultado final.
-Sí -contestó.
Finalmente, es importante
recordar que la pedagogía de la palabra consiste en analizar y reflexionar
sobre el valor que le damos en nuestra cotidianeidad al arte de decir y al de
omitir.
A nuestros grandes y pequeños
lectores les deseamos un camino lleno de palabras de amor y hasta otro
encuentro de lecturas.