El primero es un poema de Rubén Darío, llamado Los Tres Reyes Magos. El segundo, un poema de Gloria Fuertes, llamado Auto de los Reyes Magos.
Les invitamos a buscar sus poemas favoritos sobre la Navidad y dejarlos en nuestro facebook para que todos disfrutemos de ellos.
Los Tres Reyes Magos de Rubén Darío
-Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!
-Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!
-Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
-Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.
-Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la Vida!
El Auto de los Reyes Magos de Gloria Fuertes:
El camello se pinchó
Con un
cardo en el camino
Y el
mecánico Melchor
Le dio
vino.
Baltasar
fue a repostar
Más
allá del quinto pino….
E
intranquilo el gran Melchor
Consultaba
su “Longinos”.
-¡No
llegamos,
no
llegamos
y el
Santo Parto ha venido!
-son
las doce y tres minutos
y tres
reyes se han perdido-.
El
camello cojeando
Más
medio muerto que vivo
Va
espeluchando su felpa
Entre
los troncos de olivos.
Acercándose
a Gaspar,
Melchor
le dijo al oído:
-Vaya
birria de camello
que en
Oriente te han vendido.
A la
entrada de Belén
Al
camello le dio hipo.
¡Ay,
qué tristeza tan grande
con su
belfo y en su hipo!
Se iba
cayendo la mirra
A lo
largo del camino,
Baltasar
lleva los cofres,
Melchor
empujaba al bicho.
Y a
las tantas ya del alba
-ya
cantaban pajarillos-
los
tres reyes se quedaron
boquiabiertos
e indecisos,
oyendo
hablar como a un Hombre
a un
Niño recién nacido.
-No
quiero oro ni incienso
ni
esos tesoros tan fríos,
quiero
al camello, le quiero.
Le
quiero, repitió el Niño.
A pie
vuelven los tres reyes
Cabizbajos
y afligidos.
Mientras
el camello echado
Le hace cosquillas al Niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario