Hoy les traemos un cuento de Adrián Ferrero que se llama "Los errores". Lo ilustra Sofía Ramacciotti, quien también es ilustradora de nuestro blog. Esperemos que lo disfruten.
Les contamos quién es Adrián y a qué se dedica:
Adrián Ferrero nació en La Plata en 1970. Es Profesor,
Licenciado y Doctor en Letras por la UNLP. Ha publicado trabajos académicos en EEUU,
Alemania, Francia, Israel, España, Brasil y Chile. Como escritor, editó los libros Verse (cuentos, 2000), Cantares (poemario, 2005) y, en carácter
de Editor, Obra crítica de Gustavo
Vulcano (Compilación de artículos académicos In memorian, 2005). Fue becario de su Universidad entre 2000/2006. En
2005 obtuvo un Subsidio para Jóvenes Investigadores de su Universidad. Cuentos
suyos han aparecido en publicaciones académicas y antologías colectivas de EEUU
y México, tanto en español como en traducción al inglés. En los años noventa
integró el colectivo de arte Poesía Turkestán y entre 2000 y 2008 fue co-editor
de Diagonautas, primer portal literario de La Plata. Tiene una hija muy linda e inteligente y sospechamos que muchas de las cosas para chicos que escribe las ha inspirado ella. Además, es un gran amigo.
Cuando le preguntamos si escribía para chicos, esto fue lo que nos dijo:
" Escribo cuentos para niños desde 1999, cuando en
una antigua cocina, viviendo solo, encontré en una revista de un diario una
entrevista al actor Alfredo Alcón en la que decía que de chico le pedía a
su papá que le bajara la luna. De ahí, en más, el cuento nació solo y se llama
"Una luna para todos". A partir de ahí, ya no paré. Publiqué algunos
en diarios, revistas y en páginas de INTERNET. Tengo un libro que
no publiqué que se titula "Jardín de infantes, Un libro apto para todo
público". Me gusta mucho escribir historias para ustedes, los más
pequeños, pero en realidad los más grandes del mundo."
Con ustedes... ¡el cuento!
Había sido linda su fiesta de
cumpleaños. Apagó sus cinco velitas
mientras lo aplaudían y besaban sus padres, los abuelos, los primos y Alberto y Daniel sus mejores amigos.
Estaba orgulloso de haberles
enseñado a todos lo que había aprendido. Ya reconocía casi todas las letras,
leía algunas palabras, y sobre todo distinguía con facilidad la mano izquierda
de la derecha. Daniel intentó imitarlo, pero se equivocó varias veces, mientras
los que lo miraban se reían de su torpeza.
Como si fuera tan difícil, pensaba,
saber cuál era la mano que levantaba, mientras repetía los movimientos, primero
la derecha, luego la izquierda, otra vez la derecha otra vez la…
Sorprendido interrumpió los
movimientos. No podía haberse equivocado, pero al volver a intentar levantar la
derecha, veía elevarse la izquierda, y al levantar la izquierda veía elevarse
la derecha.
Repitió varias veces los movimientos
sin comprender como se producían los errores.
Decidió que no lo comentaría con
nadie, y mucho menos con Daniel de quien se había burlado tanto con sus
equivocaciones.
Confundido, se dispuso a acostarse,
porque ya era tarde para seguir, y no podía pasar toda la noche tratando de
comprender sus increíbles errores.
Mientras se alejaba del espejo para
acostarse, no podía convencerse de que, lo que había aprendido con tanto
entusiasmo, lo hubiera olvidado del todo esa noche.